32: Debía caer ante mi.

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NATHANIEL.

Abrumado y cansado.

Aquellas dos palabras me describían completamente.

Había salido de la habitación de Kendall luego de ver aquél dibujo, no me detuve a preguntar si ella lo había hecho, tampoco era lo que más me interesaba al momento. Tantos sentimientos nublaron mi mente que simplemente salí de allí lo más rápido que pude.

Fui a mi habitación y traté de analizar la situación, todavía no podía creérmelo. Simplemente era mucho para que yo pudiera asimilar.

Era como caminar por un pasillo oscuro durante dos años de tu vida y que poco a poco los reflectores se estuviesen encendiendo uno más fuerte que el otro, haciendo de la claridad algo insoportable para tus pobres ojos, irritándolos y cansándolos poco a poco. Exactamente así se sentía mi cerebro.

Después del encuentro sexual con Kendall en el baño, al salir encontré una nota que decía:

"Una palabra tengo para decirte hoy: Princesa."

Todas las letras eran tinta de impresora para mantener el anonimato, pero, eso no importaba, lo importante del asunto era que al leer aquella palabra mi corazón se disparó y pensé estar sufriendo un ataque al corazón. El sentimiento de nostalgia fue totalmente palpable, y no entendía lo que pasaba, pero, si pensaba que todo aquello era desconcertante, el pensamiento se triplicó cuando al ver a Kendall en el comedor hoy, lo único que pasaba por mi mente era la maldita palabra, bueno, eso y que una sensación amarga acaparó cada célula de mi cuerpo al verla abrazada con el imbécil de Ethan.

No sabía porqué al verla esa palabra martillaba insistentemente mi cabeza, pero, llegaba al punto en que si no quería volverme loco tendría que ignorarlo, y eso estaba haciendo.

Luego lo de la parafilia, un conocimiento repentino me abordó, de repente sabía todo lo que tenía que hacer, y como si ya la cosa no fuese tan confusa, empecé a desear a la idiota de Thompson de una manera monumental, como si no fuese suficiente, me sentía mejor diciéndole aquel apellido que llamándola por el suyo y prefería que ella me llamara "Farías." Y como si no estuviese lo suficientemente jodido ya, aparece el dibujo que me impresionó.

Ese era el rostro que yo me imaginaba al escribir aquellas escenas en mi cuaderno.

Si, yo también quedé aturdido, en realidad, aún lo estoy.

Eran sus ojos, sus facciones, su cabello, todo de ese dibujo era completamente igual que como mi mente imaginaba a Kiara, quitando esa mirada cínica y la camisa de fuerza, claro está.

Estaba agotado mentalmente, no quería hacer nada, pero, como si fuera poco tuve que levantarme, bañarme, arreglarme e ir a trabajar con mi mejor cara.

Bueno, tal vez lo último no sea cierto, tenía una cara de perro rabioso que no me la quitaba nada, ni porque volviera a recordar mi vida entera en ese maldito instante.

Las sesiones duran depende el pago, mientras menor es la cantidad de dinero, claramente, menos es la cantidad de tiempo, pero, como mi suerte me odia, alguien al parecer pagó una suma bastante alta para mantenerme en una habitación por más de tres horas.

En este lugar de mierda no existen límites y hoy lo comprobé.

Había entrado y salido de aquella mujer incontables veces, la había cortado muchas veces más, y todo con experiencia y habilidad, como si hubiese hecho eso por años.

Ella enloquecía con mis palabras, subía al cielo con mis estocadas, bajaba al infierno con cada corte y pisaba el mismísimo paraíso cada vez que llegaba al climax.

Solo una adicción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora