1: Tráfico de placer.

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Actualidad...

KENDALL.

Delineé sus labios lentamente pasando mis dedos por ellos para darle un toque más sombrío, ese piercing que tanto me gusta también lo delineé, luego me fui a sus cejas y comencé a pintarlas con la mayor precisión para que quedaran tan perfectas como podía hacerlo, vi sus ojos y no le faltaba nada más, estaban simplemente perfectos, su nariz, mejilla, su rostro en general era muy atractivo, y a mí me había quedado igual o mejor el dibujo que estaba haciendo, coloqué mi firma al final de la hoja.

«¿Por qué sueño contigo?» Pensé.

Cerré el block forrado de cuero negro y pasé los dedos encima de aquella frase en su portada:

"Él es el pecado que tu cuerpo y alma de demonio necesitan. Las casualidades no existen para ustedes, todo pasa por algo..."

Esa frase me gustaba, aún sin comprender qué quería decirme o quién me dio ese block, ya que cuando llegué a aquí ya lo tenía.
Tocaron la puerta y me levanté del escritorio que está a un lado de mi cama, me puse una bata roja de seda y caminé hacia la puerta para abrirla.

—Tienes 15 minutos para arreglarte.—Me comentó una de las personas a la cual le tenía mayor confianza aquí.

—¿Qué? ¿Para qué?—Cuestioné mirándola fijamente.

—La misión de hoy Kend, ¿Donde tienes la cabeza?—Me aclaró Carla con obviedad.

—Ah, si, claro.—Agité mi cabeza confundida.— Se me fue el tiempo dibujando.—Confesé.

—Si no es tu cuartito misterioso son tus dibujos que son hermosos y no solo porque lo dibujas bien, si no lo que dibujas.—Voltea los ojos con fastidio.—Vamos, ahora te quedan trece minutos.

—Me arreglaré, avísale a las otras.
Y sin mediar alguna palabra más cerré la puerta.

Corrí al baño para darme una ducha rápida y una vez que salí me coloqué ropa interior de encaje negra, un vestido negro corto y ceñido a mi cuerpo, se acomodaba como una segunda piel en mis curvas, me puse unos tacones y comencé a arreglarme el cabello.
Muy en el fondo siento que no me gustan los vestidos, pero, por alguna razón me los pongo, y si que lo hago frecuentemente, no se me ven mal, pero, no lo sé, es extraño.

Luego de peinarme lo más rápido posible comencé a colocarme un maquillaje sencillo pero adecuado para la noche y para seducir a la próxima víctima.

NATHANIEL.

Salí de mi cuarto cuando escuché que Marck, mi mejor amigo, había llegado.

Luego de pasar otro día en esa universidad del infierno, lo único que quería era irme de allí, Marck por otro lado decidió irse a beber con sus amigos.

—Ha llegado el más solicitado.—Comenté mientras entraba a la sala y lo veía revisar su celular.

—Y he llegado para irme.—Alzó su mirada posándola en mi.

—¿Ah si? ¿Seguirás de parranda? Yo pensé que tú rumba de viernes en la noche había terminado.—Me crucé de brazos.

—Pues no, y tú te vas conmigo.

—¿Yo?—Reí sin un toque de gracia.—¿Ir contigo a un lugar minado de chicas? No, gracias.

Solo una adicción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora