24: Algo hizo click.

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KENDALL.

Me desperté por unos golpes constantes en mi puerta que provocaban que la amargura corriera por mis venas inmediatamente.

Detestaba que me despertaran.

Abrí los ojos lentamente al escuchar que los golpes no cesaban y percibí la oscuridad que me envolvía, se había hecho de noche.

Me levanté de la cintura para arriba, me estiré un poco y ya adaptada a la oscuridad forcé mi vista y a duras penas pude ver mi bata de seda roja, la alcancé y me la coloqué ya que estaba en ropa interior y a todas estas los golpes a la madera seguían siendo insistentes.

—Gruñí molesta.—¡Ya voy!—Mi voz salió ronca debido al sueño.

Me coloqué de pie en el suelo, me acomodé mejor la tela que me cubría y comencé a caminar hacia la puerta, y si, en medio de la oscuridad, no me importaría menos aquello.

Tomé el pomo de la puerta y justo cuando iba a girarlo un agarre en mi cintura se hizo presente alejándome de la puerta, me removí con intensidad, sin embargo aquella persona tenía bastante fuerza. Sentí besos húmedos en mi cuello, unos labios calientes haciendo contacto con mi piel una y otra vez y podía sentir su respiración chocar contra mi. Inmediatamente mi respiración comenzó a hacerse desigual, pero, yo no podía dejarme llevar por mis instintos carnales, así que tomé impulso con mi brazo derecho y le propiné un codazo en la costilla que lo hizo quejarse, aproveché la distracción para voltearme y encararlo.

—Deberías dejar de ser tan agresiva, ¿No?—Distinguí su tono pícaro.

El desconocido había vuelto.

—Y tú deberías dejar de ser tan idiota y aparecerte así.

—Pues, no puedes verme, por ello me pongo algo que me cubra el rostro, y esta vez no te he cortado la electricidad, me lo has puesto fácil.

—Serás imbécil. No estoy hablando de eso grandísimo hijo de tu madre, me refiero a agarrarme así de espaldas y de paso besarme.

—¿No que no tenías una debilidad por el sexo?—Por la entonación de sus palabras juraría que esta sonriendo con burla.

—Y no la tengo.—Aseguré.—Pero, no puedes andar por ahí besando a quien te dé la gana.

—¿Y tú si puedes andar follandote a todos los tipos que te de la gana?

—Aquellos hombres quieren que el acto se lleve a cabo, yo no quiero que me beses más, punto.

Sentía que le hablaba a la nada, hasta por instantes sentía que hablaba sola ya que no podía verlo, a penas podía distinguir su silueta.

—Bueno, en fin, a lo que venía. He visto tus acercamientos a Nathaniel y si te soy sincero, me enorgullezco de ti.

—De todas maneras no ha sido la gran cosa.

—Cállate o de lo contrario no te digo ni mierda.—Sentenció.

Su cambio de tono me descolocó por unos segundos, los que él tomó como que si le estuviese obedeciendo y antes de yo poder replicar él habló.

—Tenías una hermana mayor.

Y antes de que yo pudiese siquiera digerir la información ya me había estrellado de espaldas contra el suelo por el empujón que aquél sujeto me había dado y como ya se le estaba haciendo costumbre desapareció sin más.

Me levanté impresionada y molesta, con un dolor que se iba intensificando cada segundo que pasaba en mí espalda baja, y como si no fuese suficiente tenía hambre, y encima seguían tocando la maldita puerta. ¿Es que todo se pone de acuerdo para sacarme de mis casillas?

Solo una adicción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora