10: Seducción.

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KENDALL.

Maldije a la vida una y otra vez cuando el jefe me dijo que desde ahora tendría que empezar a adaptarlo.

—¿Justo hoy?—Le había preguntado con sumo desagrado.

—Mientras más rápido aprenda, más rápido trabaja y más rápido tendremos un ingreso más.—Me respondió el viejo.

—A nadie le interesa un ingreso más.—Le contesté colocando los ojos en blanco.

—A todos nos interesa, y no fuiste a entrenar, así que irás.—Me había ordenado.

Discutí con él que no me mandaba, pero, al final terminó por convencerme y aquí me encontraba, en la silla de su escritorio en una guerra de miradas fulminantes con él y con una caja en la mano.

—Hagamos esto rápido.—Fui la primera en romper el contacto visual.—No es como que si quisiera estar en la misma habitación contigo.

Lo detestaba tanto. Y por una parte no lo entendía, porque tenía razones para detestarlo: Lo que pude ver de su personalidad y como me trató en el club. Pero, no eran suficientes para que me desagrade con tanta intensidad. Sin embargo, si al caso vamos, ¿A quien le interesa? Si me agrada o no da igual, no es como si me interesara ser su amiga.

«Estaba sola, pero no urgida por compañía. Eso lo tenía muy claro.»

—Es inmoral lo que dices porque hace minutos disfrutaste estar conmigo aquí.—Comentó con aires de grandeza.

—Nadie dijo que lo había disfrutado.

—Estabas teniendo sexo conmigo, es imposible que no lo hayas hecho.

—Reí sin gracia.—Lo dice el que jamás ha tenido sexo.

Vi como sus hombros se tensaron al igual que su mandíbula, caminó rígido a la cama y se sentó allí.

—Terminemos con esto, ¿Qué tienes que decirme?

¿Acaso no le agradaba que le dijeran que no le gusta el sexo? Mejor para mi, así se lo recordaría cada vez que tuviese la oportunidad.

—Bien.—Concordé.—Esto es tuyo.—Le entregué la caja.

—La agarró confuso y la destapó.—¿Un iPhone?—Rió sarcásticamente.—¿Piensan comprarme con esto para que me agrade estar aquí?—Alzó una ceja.

—No, idiota. Realmente a nadie le interesa que te sientas bien estando aquí, le interesa que trabajes así te sientas bien o mal.

—¿Entonces para qué mierda me dan esto?

—¿Para qué sirve un celular, malvado bruto?

—Brutos son ustedes, ¿A quién agregaré si no conozco a nadie y detesto este lugar? Es inútil tener esto aquí.—Tiró la caja a un lado.

—Es muy problema tuyo si lo quieres usar o no. Allí ya vienen grabado todos los contactos de aquí con sus respectivos nombres, cuando vayas conociendo a cada uno pues sabrás de quien es cualquier contacto.

—Ajá, okay.—Dijo con desinterés.—¿Más nada? Porque me encantaría que te fueses.

—Y a mi me encantaría irme.—Me crucé de brazos.—Pero, lamentablemente tengo que adaptarte desde hoy.

—¡¿QUÉ?! ¿Y por qué tú?

—Me gustaría saber lo mismo, porque si algo tengo claro es que preferiría estar con cualquier otra persona que contigo. Sin embargo, lo único que me dijeron fue que podría dominarte porque eres difícil.

Solo una adicción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora