INEFABLE [Draco Malfoy]

Diez

Técnicamente no estaba mintiendo. Draco había desaparecido de mí vida durante todo el tiempo que busqué Horrocruxes con Harry. Jamás dio señales de vida ni intentó buscarme. Y por lo visto, no perdió el tiempo con esa tal Astoria. ¿Por qué debería importarle con quién estoy o dejo de estar?

—"¿Que no me incumbe?" —preguntó con un tono bastante particular—. ¿Acaso hablas en serio?

Ignoré sus palabras.

—Isabella, no puedes tener algo con el idiota pobretón de Weasley. ¡No estás hablando en serio!

—¿Hablando en serio? —imité sus palabras—. ¡Pero si no he dicho nada, tú estás suponiendo cosas! ¡Y no te atrevas a insultarlo... él ha estado acompañándome todo este tiempo!

Draco bufó:

—¿Y dónde está ese idiota ahora? ¡Seguramente huyó con su mamita!

Rodeé los ojos.

Esto era totalmente ridículo.

¿Acaso Draco Malfoy, Rey Hurón-Arrogante de Slytherin, estaba celoso de Ronald Weasley?

—No eres el más indicado para decir eso, Draco —reproché—. ¿Dónde has estado tú todo este tiempo?

Pude notar como mis palabras atravesaron sus ojos gris, tornándolos tristes. Aunque en tan solo segundos, esa tristeza se convirtió en enojo y velozmente tiró su varita abrumado por la situación.

A pesar de su reacción, me mantuve firme, no tenía derecho a reprochar nada.

—¡Estoy acá por ti! ¿Es que no lo entiendes, Isa?

—¿Entender qué? —inquirí—. ¿Qué sólo existo cuándo tú lo decides? ¿Qué sólo te importo cuándo tú lo decides? ¿O qué...?

—¡No! —chilló.

—¡No me grites, Malfoy!

—¡Maldita sea Isa, es que no lo entiendes! ¡Estoy enamorado de ti!

Draco dio media vuelta abrupta mientras sostenía su cabeza bastante molesto.

Lo miré en silencio por varios segundos.

Me gustaba mirarlo.

Me gustaba observar sus ojos y olvidar todo por un instante.

¿Estaba enamorado de mí?

Es decir, es la segunda vez que lo decía pero, ¿A pesar de todo? ¿Seguía sintiendo lo mismo?

—No hablas en serio —aseguré un poco más calmada.

—Sí —afirmó, también mucho más calmado—. Mis sentimientos no han cambiado Isa.

No parecía real.
Cada palabra que surgía del roce de sus labios eran producto de un sueño idealizado; como si por un momento, todo lo que imaginé que marcaría mi felicidad incondicional, se hiciera real.

—Pero evidentemente los tuyos sí —habló nuevamente, distrayéndome de mis pensamientos.

Lo miré confundida.
—¿Qué?

—Olvídalo —dijo cabizbaja—. Ya no sientes lo mismo...

¿Cómo no iba a sentir lo mismo? Si por más que negara aceptarlo, o por más que retrajera mis sentimientos, seguía profunda e irrevocablemente enamorada de Draco.

Impulsivamente me acerqué a él.

No había ningún centímetro que nos separaran.