INEFABLE [Draco Malfoy]

Catorce

¿Astoria Greengrass?

¿La misma Astoria Greengrass, supuesta novia de Draco?

¿Qué demonios hacía acá?

—¿Y? —encarné una ceja— ¿Qué haces acá?

—Por esa ropa de mal gusto y el horrible peinado... asumo que tú eres la chica Black —dijo mientras analizaba cada centímetro de mi ser—. Draqui me habló de ti... entre otras cosas, claro.

—¿Ah, si? A ti ni siquiera te mencionó —respondí sin importancia.

Astoria frunció el ceño inmediatamente. Eso no le gustó nada.

—En fin —fingió una sonrisa—. No sé que habrás hecho para estar en esta... jaula.

—Ni te imaginas —le sonreí de vuelta sarcásticamente.

—Draqui y yo somos novios —aseguró de una vez—. Y no me malentiendas querida, no soy celosa y jamás podría estar celosa de alguien... de alguien como tú. Pero que Draqui se amíste contigo no quedaría bien para nuestra imagen, ¿entiendes? Después de todo eres una... una criminal.

¿Yo era la delincuente?

Diablos; está chica me hacía retorcer el movimiento feminista décadas al pasado, pero no podía evitarlo, su simple presencia me hacía odiarla.

—¿Viniste hasta acá solo para decirme esto? —quise fastidiarla un poco—. ¿Estás segura que no estás celosa? ¿Celosa de mi?

La chica se puso roja del enfado

—¡Por supuesto que no! ¡Tú no eres nada!

—Ajám —asentí levemente—. ¿Es todo?

—Escucha Black —se acercó un poco más de forma amenazante (o eso creo)—, no volveré a repetirlo ni mucho menos volveré a bajar a este cuchitril... Mi draqui y yo...

Rodeé los ojos.
Era un fastidio.

—¿Tienes algún problema? —preguntó Astoria con el ceño fruncido, sin terminar su frase anterior.

Si tan sólo supiera...

—Es que esto es una estupidez —solté sin más.

—¿Disculpa? —encarnó una ceja mientras adoptaba una posición bastante anticuada—. ¿Qué quieres decir?

Sé que ella no tenía la culpa de nada.
Odiaba a Draco. Draco era el culpable. Draco era el maldito traidor. Sin embargo, lo dije:

—Quiero decir que, deberías decirle a tú supuesto novio que no vuelva a besarme.

Astoria puso los ojos como platos.

—Pero no te preocupes —hablé de nuevo con una sonrisa, evidentemente falsa—. No estoy interesada, ni en lo más mínimo.

—¡Eres una perra! —chilló bruscamente.

¿Excuse me?

¿Me acaba de llamar perra?

El evidente grito de Astoria despertó a Luna, la cual acudió rápidamente al lugar.

—¿Está todo bien? —preguntó mientras se frotaba los ojos—. ¿Quién es ella?

La loca de patio (no Bellatrix, sino la tal Astoria) frunció el ceño y volvió a chillar: