Veintidós

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El viaje a Hogsmeade fue bastante rápido.

Luna me llevó de inmediato con el hermano de Dumbledore, ella habló primero con él a solas, se despidió de mí, y luego se marchó a Hogwarts para entrar por la entrada principal como una estudiante promedio.

—¿Qué esperas? —me habló Aberforth de mala gana—. ¡Entra!

Hice caso y entré algo temerosa.

La casa era algo pequeña, tenía bastante adornos, unas cortinas sencillas, una chimenea, y un cuadro que cubría casi toda la sala, de una niña bastante adorable.

—Eres la hija de Sirius Black.

Asentí levemente con la cabeza mientras observaba todo el lugar...

Esperen un momento... el espejo que estaba en la pared era...

—¿De dónde sacó eso? —dije, mientras me acercaba al espejo.

En la época en la que Sirius y James (padre de Harry) iban juntos al colegio, tenían una pareja de espejos de doble sentido, pequeños y corrientes, en los que si decías el nombre de su otro propietario, podías hablar con él. Ambos los usaban para comunicarse cuando cumplían un castigo separados.

Sirius me regaló uno de esos dos espejos en quinto año, para que pudiera comunicarme con él en caso de que lo necesitara. Pero la verdad, tenía miedo de usarlo porque no quería que mi padre saliera de su casa y se pusiera en peligro, por lo que se lo entregué a Harry. Así, solo lo tendríamos que ocupar en ocasiones de real necesidad y no solo porque yo lo extrañara (que era casi siempre).

Al final del quinto año, cuando Harry preparaba sus maletas para irse, vi el baúl en donde Harry guardaba el espejo, y pensé que podría usarlo para hablar con mi padre a pesar de que estuviera muerto, así que me acerqué al espejo y pronuncié el nombre de Sirius Black, pero evidentemente, el espejo no funcionó porque Sirius no tenía la pareja del espejo, y porque obvio, estaba muerto. Así que frustrada y enojada, lancé el espejo al baúl y el se rompió en mil pedazos.

Harry quiso conservar el pedazo intacto que quedó, porque decía que; ese fragmento de vidrio era lo único que quedaba del espejo de doble sentido que Sirius me había dado. Y por consecuencia, lo único que le quedaba del mismo Sirius.

—Se lo compré a Mundungus Fletcher hace poco menos de un año —respondió Aberforth.

Ese ladrón...

Seguramente la otra pareja del espejo de Sirius estaba en su casa, por lo que Mundungus debió haberlo robado.

—No tenía derecho a venderlo —repuse algo molesta—. Ese espejo le pertenecía a mi padr...

—A Sirius, Lo sé. Dumbledore me lo dijo —me interrumpió—. Y también me dijo que te molestarías si te enterabas. Al igual que Harry Potter...

Y sí, Dumbledore tenía razón.

De repente, el cuadro que ocupaba gran parte de la pared, se abrió lentamente. Dejando a la luz una silueta y una especie de pasadizo.

—Llegaron por ti —me anunció Aberforth.

—Gracias —sonreí levemente y me acerqué con mucho cuidado al cuadro.

Luna estaba de pie, con su uniforme de Ravenclaw, sonriendo con ternura. Había llegado más rápido de lo que pensé que llegaría.

—¡Ven, esto es genial!—me dijo mucho entusiasmo.

Entre al pasadizo y de inmediato la puerta del cuadro se cerró. Estaba algo oscuro pero Luna tenía un encantamiento de Lumus con su varita.

INEFABLE [Draco Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora