31. Comencemos de nuevo.

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La mañana llego como cualquier otra. Apenas abrió los ojos, sintió ese débil dolor en todo el cuerpo. Las heridas aún no sanaban y el dolor seguía allí. Se incorporó en la cama para luego sentarse en la orilla, del pequeño buró tomó una tablilla de pastillas para el dolor, sacó dos y se las llevó a la boca para tragarlas. Eso ayudaría, por lo menos lo suficiente como para olvidarlo. Se levantó y tomó la playera blanca que había arrojado a los pies de la cama, se la puso y salió de la habitación.

Recorriendo el pasillo en dirección al comedor, comenzó a llegarle un delicioso aroma: el desayuno ya estaba listo. Al acercarse escuchó sonido en la cocina, de seguro su madre. Entrando al comedor pudo ver la mesa con comida: huevo frito, una torre de hotcakes, un tazón de fruta picada, así como lo que parecía ser dos jarras, una con licuado de chocolate y otro de fruta.

—Buenos días, Trunks —La voz de su madre vino desde atrás, haciendo que se voltease. Ella apenas se había despertado— ¿Dormiste bien?

—¿Eh? S-Sí. ¿Shaira cocina?

—Parece que sí —Sonrió para luego sentarse a la mesa, justo cuando aquella chica llegaba desde la cocina.

—¡Buenos días!

—¡Hm!

Trunks quedó un tanto sorprendido al ver el nuevo aspecto de su compañera. Ya no había heridas ni moretones como ayer. La ropa que usaba era distinta: un pantalón de mezclilla un poco roto en las rodillas, además de una blusa color gris con un corazón negro en el medio. Pero, no solo era eso, sumado a que se veía, notablemente más alegre, sino que aquel largo cabello había sido cortado hasta poco más debajo de los hombros. La invitada se aproximó a la mesa, dejando un gran plato con una pirámide de sándwiches que tenían un delicioso aspecto.

—Lamento si los desperté. Les preparé el desayuno —Dijo sonriente, con las manos detrás de la espalda—. Espero que no le moleste, señora Bulma.

—Para nada, querida, es un gusto —Respondió la mayor de igual forma.

—Trunks... ¿Comerás? —Miró al pelilaceo quien seguía anonadado.

—¿Eh? Ah, sí, sí —Tomo asiento junto a su madre mirando la variedad de platillos. Tomó un emparedado.

—Por cierto, disculpen si no es lo que están acostumbrados a comer.

—No pierdas cuidado. Todo se ve delicioso —Volvió a responder la del cabello azul.

—Muchas gracias, mi maestro me enseñó. Espero que les guste.

—Quizá podamos intercambiar recetas.

—Sería un honor, señora.

—Ay, por favor, no me digas señora, me haces sentir vieja.

—Lo siento, no era mi intención.

Un par de minutos pasaron en el desayuno, hasta que la mayor terminó.

—¡Ah! Estuvo delicioso —Alagó Bulma.

—Muchas gracias —La pelinegra recogió el plato sucio y se lo llevó.

—Si me disculpan, estaré en el laboratorio —Se puso en pie para luego irse saliendo al pasillo.

Unos segundos de silencio. Comió el último bocado del emparedado y tragó cuando sintió el Ki de su madre en su laboratorio. Justo Shaira regresó de la cocina y se sentó a su lado. Era su oportunidad.

—¿Te sientes mejor? —Preguntó el chico quien había estado algo callado.

—Sí, estoy mejor. Mis heridas sanaron anoche. Por cierto... Quería preguntarte, ¿Qué pasó? ¿Cómo terminó la pelea?

Un Futuro Con Esperanza. [Fanfic DBZ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora