En el que Lovett es condenada a muerte

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Narra ____:

-¿Estas lista para hablar?-

¿Cuanto han pasado? ¿Meses, semanas, horas? No logro saberlo, el tiempo aquí es muy extraño. Me atrevería a decir que he estado encerrada por meses, pero como no he visto el sol en una eternidad, no estoy tan consciente de lo largo o corto de mi estadía.

Sé que a mi captor se le han acabado las ideas para hacerme confesar. Creo, al menos, que he resistido todo tan bien como he podido sin dejarle averiguar que (por mas que trate de fingir que no es así) estoy perdiendo las fuerzas.

Por la forma en que se me marcan las costillas y los huesos de las muñecas, sé que debo de haber bajado al menos diez kilos. Por la forma en que no puedo tenerme en pie más de cinco minutos sé que las torturas no me han dejado tan intacta como he aparentado. Mierda, si cuando recién  sanaba del brazo roto me ataron a una máquina para dislocarme los huesos. ¡Ja! Creo que de no haber sido por que fingí estar llegando al orgasmo por las acciones del verdugo, jamas se hubiera detenido. ¿Y los choques eléctricos? ¿Y las molidas a palos? ¿De verdad también se creyeron mis actuaciones tan malas?

Las ultimas torturas fueron, si no mal recuerdo, (y usualmente se puede contar conmigo para recordar cosas) el darme de comer por la nariz, el arrancarme una uña de la mano con pinzas (ha vuelto ha crecer, casi completamente), el inyectarme alucinógenos, entre otras mierdas mas o casi tan jodidas.

Estoy cansada...

-¿____ Lovett?- dice la voz, sacandome de mi estado de semi inconsciencia.

-¿Sí, cariño?- balbuceó, con el cabello cubriéndome la cara.

-¿Esto te hace feliz?-

Me la pienso un largo rato, (tengo que pensármelo un largo rato últimamente: me cuesta un gran esfuerzo concentrarme en cualquier cosa) y asiento, con una falsa sonrisa que solo puedo mantener un segundo.

-No me quejo.- suspiro. -Como balanceado, volteo a los dos lados antes de cruzar la calle, duermo la siesta... ¿Y me disciplinan duro?-

-¿Que te qué?-
-Dejala. Esta tomandote el pelo con diálogos de películas otra vez.-

Las dos voces roboticas saliendo del mismo sitio casi a la vez, me confirman el hecho de que mi captor no esta solo.

Lo que no saben es que, de hecho, no les he hablado con palabras propias en semanas. He robado ya casi cada dialogo de los canales de televisión que he visto en el ultimo par de años.

-¿Por qué te empeñas en cuidar su secreto? Él te dejó de lado en cuanto te hubo usado para su beneficio. Ni siquiera debe de haberse enterado que has desaparecido. O no se ha preocupado al menos, porque sabemos que no te ha estado buscando, o ya habría dado con tu ubicación...

-Francamente, querido, eso no me importa.-

-¿No te importa? ¿No te importa que mientras él este quien sabe en donde sin siquiera molestarse en pensar en ti, tú estas a punto de morirte, llevándote su nombre verdadero a la tumba? Él nunca lo fue contigo ¿Que te impulsa a serle tan leal? ¿Es que no te asusta saber que morirás?-

Mas que nada que haya temido antes...

-Y-Yo...-

No, sigue con la farsa. Se cansaran en algún momento.

¿Y que nos pasará entonces?

-Nunca me había detenido a pensar en como iba a morir. Pero morir en lugar de alguien a quien amo... Sería una buena forma de hacerlo.-

-¿Entonces prefieres eso a hablar?-

No, no, diles su nombre y acabemos con esto...

¿Estas loca?

¿Entonces moriremos?

-Si, capitán.- digo con firmeza, y aunque me arrepiento de inmediato, me obligo a mi misma a pensar que no hay punto de retorno.

Lo hay. Solo dicelos...

No puedo.

-...estamos listas...-

-¿Es tu ultima palabra?- me pregunta la odiosa voz. Y pienso, ¡mierda! Es una lastima que quizás sea lo ultimo que escuche.

¡Cuanto me gustaría escuchar al menos otra voz aquí!

-Morir será...- digo, y me alegro de que al menos esto suene humano. La piel de la espalda se me eriza conforme voy dejando escapar las palabras. -Morir sera una gran aventura.-

-Bien. Pues no puedes decir que no te hemos dejado elección.-

Escucho el pitido que indica que el micrófono se ha apagado, y espero, y espero, y espero a que me den cuello lo más rápido posible. ¡Cielos! ¡Espero que no me duela demasiado! ¡Espero que sean buenos por primera vez desde mi llegada y al menos sea indoloro! Si es que morir puede ser indoloro... ¿Puede serlo?

Por lo acelerado de mis respiraciones sé que ya me ha entrado el pánico. No quiero morir. Esa es la pura verdad. ¡No quiero morir! Pero ¿como vivir sabiendo que por mi culpa lo han matado? Eso sin duda sería aun peor. Es por eso, y solo por eso, que aun con todo lo que me han hecho... No he hablado.

Me prometo comportarme fría, como una perra descorazonada cuando lleguen. Es más, ¡me prometo caminar a mi muerte con la cabeza en alto! Tal vez bromear con aquel que envíen a asesinarme, o asustarlo diciéndole que me le apareceré siendo fantasma.

Pero cuando se abre la puerta, unos veinte minutos despues, me doy cuenta de que aquellos pensamientos no serán más que fantasías. Dos hombres en bata, con las caras descubiertas, entran. Uno, llevando una escuálida silla de metal, y otro un carrito con agujas y frascos de vidrio.

Solo de verlos, comienzo a sentirme enferma, y quiero aferrarme con todas mis fuerzas a este cuerpo, a este instante, a esta vida... ¡¿Por qué demonios no la disfrute cuando pude?! Y solo para que al final se anunciara que encontraron mi cadáver en alguna fosa, y a nadie le importara en lo más mínimo...

Me hago un ovillo en el extremo mas alejado de ellos, pues no tengo las fuerzas suficientes para hacerlos perseguirme por toda la habitación.

-Esta bien- me dice uno de los hombres, con mas amabilidad de la que debería usar un asesino. -No tengas miedo.-

Y extiende sus manos enguantadas para atraparme.

Ahí es cuando me doy cuenta de que una parte de mí aun quiere pelear, pues me agito, y le doy codazos, patadas, le entierro las uñas y los dientes cuando me levanta y me lleva por la fuerza a la silla. No se ni en que momento me esposa las manos a ella.

Entonces me echo a llorar (ahí va lo de caminar a mi muerte como una reina) y le suplico que por favor, por lo que mas quiera, me deje ir.

-¿Es que te has decidido ya a decirnos su nombre?-

Se me cae el alma a los pies.
Jamas voy a decirles su nombre.

Dejo de oponer resistencia y me miro los pies descalzos. Escucho como prepara todo, y da golpecitos a la aguja una vez la ha llenado. Tomo aliento, y por fin, siento como la clava de lleno en la vena de mi brazo.

Y todo el liquido mortífero se cuela a mi interior.


The Loveliest Boy I've Ever Fucked (L&Lightxtú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora