En el que hay un castigo no tan ameno

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Me gustaba la forma en que me besaba, con suavidad y ternura, como si fuese un novio en la noche de bodas, como si yo en verdad valiese la pena. Me acarició los labios con el pulgar y luego, los mordió de forma lenta y apetitosa, haciendo que arrugase su ropa entre mis dedos para atraerlo a mi cuerpo y alzara involuntariamente las piernas a sus costados, más que dispuesta a dejarlo entrar en mi.

-L...- jadeé, y le miré de esa forma inocente que sabía, le volvería loco. Rasgó el blusón que llevaba, lo que era una pena, ya que era bonito como pocos y acababa de comprarmelo aquella mañana, aunque supongo que no me importaba en esos momentos. Lo único que quería era salir de esas ropas y estar desnuda para que el pudiese hacer conmigo cuanto quisiera.

Una vez se deshizo de mi primera prenda, hice ademán de levantarle su camiseta, no obstante, inmovilizó mis muñecas de inmediato, y las presionó sobre el piso, a ambos lados de mi cabeza.

-¿Que pretendías? ¿eh, _____-san? Haciendo aquello...- ronroneó contra mi oído, y lo único que pude hacer fue sentir como mi corazón latía a mil por hora, sin poder disimularlo siquiera por la cercanía en la que nos encontrabamos.

-No creí que... No creí que fueras a...-

-¿Gemir?- dijo, y sentí como hacía un movimiento pelvico aun sobre la ropa, logrando arrancarme un desprevenido gemido que le puso a sonreír perversamente.

-L...-

Se las ingenió para sostener mis dos muñecas sobre mi cabeza con una sola mano, y con la otra se las arregló para desabrochar el sostén de encaje rosa pálido que llevo puesto. Bajó besando de una forma lenta y tortuosa el valle de mis senos y luego dio una juguetona lamida a uno de mis pezones, de la misma forma en que lamería una dona glaseada, poniéndolo duro y logrando que me temblara todo el cuerpo.

-L... Por favor... Solo...-

-¿Te gusta, ____?-

Asentí casi con demasiado entusiasmo, y un instante después vi mis muñecas liberadas y a L apartarse, tan fresco como cuando inició, mientras yo me agitaba, confusa y acalorada, preguntándome por que rayos se había detenido ahora.

-Aunque me temo que no puedo recompensarte de ninguna manera o creerás que has hecho bien hace rato.- dijo, y entonces lo entendí.

-¿Qué?-

-Irás a tu habitación y pensaras en ello. De esa forma si vuelve a presentarsete la oportunidad de algo parecido, espero que te sirva para tomar una decisión más apropiada.-

-¿No vamos a... No... No vamos a tener...-

-Me temo que no, ____-san. Hasta que no hayas aprendido de tu error.-

Lo has oído bien ¡Me castigó! ¡Y enviandome a mi cuarto! ¡Como si fuera mi padre o alguna tontería por el estilo! (Lo admito, fue casi enternecedor)

Pero no, no creas que ahí terminaron mis problemas, no. Estaba perfectamente en mi habitación, tenía una pantalla plana más grande que las de los centros comerciales y podía llamar y pedir servicio al cuarto si se me antojaba cualquier cosa. (Claro, lo único que no incluía mi grandiosa recamara era un L que me hiciera caricias y me cubriera de besos, pero, ¡había servicio al cuarto!)

Bien pude haberme quedado ahí para siempre, sin embargo, mi castigo no se limitaba a eso. Lo supe cuando, horas más tarde, Watari me pidió que me pusiese en frente de una pared blanca y me tomó una fotografía.

Inofensivo ¿eh? De no ser por que el malnacido de L la usó para falsificarme documentos e inscribirme a una escuela. ¡Lo oyes bien! ¡Una escuela!

The Loveliest Boy I've Ever Fucked (L&Lightxtú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora