En el que el cerebro de mono es el que actúa

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-Bien, ¡bien! ¡Lo he soltado! ¡Sueltenme ya!- refunfuñó la chica, sacudiéndose el agarre de aquellos hijos de perra de encima.

A un asentimiento de L, la dejaron libre. Y en cuanto lo estuvo, se dio la vuelta, pretendiendo que no le importaba, y se dispuso a marcharse.

¿Y ahora qué? Se preguntó el detective. ¿A donde iba?

Y se limpió se forma brusca la sangre que le salía de uno de los orificios de la nariz antes de ir tras ella.

-¿_____-san?-

Esta no se detuvo, sino que aceleró el paso y se adentró en el vestidor de mujeres, un lugarcito amplio e impecable con mosaicos azules, regaderas y una cantidad ridícula de casilleros.

L vaciló un instante en el marco de la entrada, aunque finalmente se decidió a seguirla. Ni siquiera una horda de mujeres enojadas le impediría ir a hablar con ____.

Y por fortuna, a esas horas el lugar estaba vacío. Las chicas solían entrenar en otro horario, pero como a _____ nunca le habían tenido mucho aprecio, ella solía hacerlo en el horario de los hombres. Los hombres la dejaban hacer lo que quería, las mujeres no.

-¿____? ¿Podemos hablar?-

Esta se detuvo frente a uno de los lavamanos y se mojó la cara. Se tomó su tiempo en acabar, pero, finalmente, se volvió hacia el pelinegro.

-Hagamos un trato, L.-

-Por supuesto. Lo que tu quieras, ____-san. Solo dilo.- le temblaban las manos, pues sabía a lo que estaba metiéndose, pero no le importaba. -Haré cualquier cosa que me pidas. Te daré cualquier cosa que me pidas. Solo...-

-Bien.- dijo ella, y le rodeó sin dejar de mirarlo de arriba a abajo con una sonrisa perversa. Luego caminó hacia la puerta y le puso cerrojo.

-Pues bien, L... Me han entrado ganas de pronto.- ladeó un poco la cabeza, dejándole ver su cuello níveo. Y el detective no pudo evitar imaginarsela gimiendo debajo suyo. Aun recordaba lo bien que se sentía, la forma en que se movía...

-Y creo que... Creo que voy a tocarme.- sus ojos eran fuego. El fuego más caliente y pasional que hubiese existido. -Justo aquí.- se quitó la camiseta de tirantes, sin dejar de sonreirle. Llevaba un sostén negro que hacía que sus pechos lucieran fenomenales. L se moría por tocarlos, por tenerlos en su boca, por saborearlos -Justo ahora...-

-____-san, por favor...- la voz del detective temblaba. Sabía que estaban jugando con él, que lo que ____ quería era lograr que se olvidara de lo que quería decir y se convirtiera en su marioneta. Su perro faldero. Y lo peor era que estaba funcionandole a la perfección. -Tengo que hablar contigo... Para explicar lo que...- trató...

-Shh- ella frunció de a poco su encantador ceño, desabrochándose los ajustados pantalones y bajandoselos con una lentitud exasperante. -Quiero que antes observes... Y si logras... Si logras mirar hasta el final, con las manos quietecitas como un buen chico, sin acercarte a mi, ni tocarme un solo cabello, entonces escucharé todo lo que tengas que decirme. ¿Trato?-

No podrás hacerlo. Mirate. Ya estas temblando y solo se ha quitado la primera capa de ropa... No llegaras ni hasta la mitad antes de que... De que...

No obstante, tengo que hacerlo. Es solo una prueba.

Vio como _____ se bajaba las bragas, de a poco, y se recostaba en una de las bancas escarlatas. Arqueó la espalda y separó las piernas ligeramente, y luego preguntó con voz ronroneante si el detective tenía buena vista.

La tenía.

¡Oh! ¡Mierda! ¡Aun ni siquiera había empezado y ya estaba tan duro como una roca! ¡Como quería subir sobre ella, besarla, y decirle lo mucho que la había extrañado! ¡Como quería estar dentro de ella, sentir sus paredes apretando en torno suyo, llenarla por completo, y escucharla gemir su nombre!

Pero lo único que podía hacer era observar, con el abdomen tensado, como su chica se tocaba, con una delicadeza y una calma que de seguro terminarían por matarlo.

Era perfecta. Y cuando ____ recién comenzaba a mover las caderas para ir al contacto de sus propias caricias, L ya sentía que estaba por reventar.

Quería ser él quien la tocara, quien la hiciera soltar esos deliciosos ruiditos, quería probarla ¡oh, como quería saborearla! ¡La habría devorado como si fuese un caramelo! Quería estar sobre ella y ser quien hundiera los dedos en esa zona tan sensible, del tono mas perfecto de rosa, quien jugase con su himen henchido, quien la hiciese arquearse, quedarse sin aliento... ¡Maldicion! ¡Era una tortura!
Y aun así, estaba cautivado como nunca lo había estado con nada en toda su vida.

No era capaz de apartar los ojos un instante, con las pupilas tan dilatadas que la parte gris alrededor no parecía mas que un par de anillos. No era consciente de nada más de lo que ocurría a su alrededor, y ya comenzaba a olvidarsele cual era el trato que había hecho cuando vió que su chica alzaba las caderas, aceleraba sus movimientos, boqueaba y apretaba los párpados comenzando a perderse en las sensaciones que ella misma se causaba.

De pronto le entraron también unas ganas inmensas de tocarse. De aliviar ese problema de bolas moradas que seguro ya estaría formandosele. Pero no se atrevía. _____ no había mencionado que estuviese prohibido que se tocara solo, pero no quería arriesgarse. ¡Oh, mierda!

¡Oh, mierda!

Se sentía mas frustrado, caliente e idiota de lo que se había sentido en toda su vida. Solo un pensamiento llenaba la totalidad de su cerebro, y ni traiciones, casos sin resolver, corazones rotos o disculpas no pronunciadas podían hacer que lo dejara de lado.

Necesitaba hacerle el amor. Follarsela duro si ella lo prefería.

¿Por que no solo iba a donde ____, y le pedía, por favor, que dejase que la tocara? Solo un poquito, ni siquiera tenía que ser una sensación larga.

¿Por que no lo había hecho desde un inicio? ¿Que era lo que se lo impedía?

Era algo importante...

Ah ¿si?

Ya ni siquiera lo recordaba...

____ le correspondió de inmediato cuando estampó sus labios contra los de ella, y se abrazó a su cuello cuando se posicionó entre sus piernas, sin dejar de besarla. Jadeó, y alto, cuando realizó un primer vaivén sobre la ropa, y L no se separó de ella más que unos instantes, para que esta pudiese quitarle la camiseta, besarle el abdomen, tenso y cargado de deseo contenido, y desabrocharle los pantalones.

-¿____-san?- preguntó sin aliento.

Esta asintió, con los labios húmedos y la respiración alborotada, y L no necesitó saber nada mas antes de penetrarla.

The Loveliest Boy I've Ever Fucked (L&Lightxtú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora