11. [lenguas desconocidas]

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Areum

-Uh... -intenté cerrar las piernas, sintiendo la cara caliente.

Me estaba avergonzando delante de un hombre, había abandonado la valentía junto a mi traje.

-No cielo, abierta -sus dedos esqueléticos se clavaron en mis muslos casi de forma obsesiva, mirándome desde su butaca.

Quería desmentirlo, decirle que no estaba para nada excitada y así que me dejase ir, pero notaba la tela de las bragas húmeda, y mi voluntad débil.

-Te aconsejo que te tumbes y te  relajes, precisamente ahora no te voy a morder... -sus comisuras se curvaron en una sonrisa felina, y a pesar de que sentí vergüenza cuando se quedó a centímetros de mi intimidad, me apoyé sobre mi espalda en una postura cómoda.

Centré mi atención en el techo cuando noté cómo bajó las bragas.

Había tanto silencio que oí la caída de la tela al suelo, y también cómo Kim se lamió los labios.

-Sobre mis hombros -avisó antes de colocar mis piernas ahí, sus ojos igual de brillantes que mi centro-. Luces muy bien abierta sobre mi escritorio.

Dos de sus dedos fueron directos a mis pliegues, y se me hizo imposible no entrecerrar los ojos mientras acariciaba arriba y abajo.

Era astuto, porque cada vez que subía y me hacía pensar que iba a rozar mi punto más sensible volvía en dirección opuesta.

Cegada por el placer, moví las caderas contra las yemas de sus dedos, pero los apartó cuando vio mis intenciones. Mi clítoris necesitaba atención.

-No te he dado permiso para moverte, Areum -hice un esfuerzo por no rodar los ojos, ¿también iba a necesitar permiso para mirarle a los ojos?

Acercó la cara a mis piernas, y sentí escalofríos cuando comenzó a morder la parte interior de mis muslos. No dolía, era algo placentero que me hacía querer encerrar su cabeza con mi muslos para que no parase nunca.

-Me gusta cuando no es tan brusco, Señor Kim -conectó su mirada con la mía, algunos mechones que le caían por la frente tapando sus ojos pero no su sonrisa maligna. Succionó la piel blanca hasta dejarla rosa, y comenzaba a sospechar que tendría nuevas marcas.

-¿Te gusta que te traten como a una princesa? -preguntó sarcástico, la burla en su voz haciéndome sentir mal-. Es una verdadera pena. En público te mimaré como a una, pero en privado... -apretó la carne de mis muslos entre sus dedos con fuerza acompañando a sus palabras-, no eres más que una chica obediente, sumisa a mí.

Llevó uno de sus dedos a los labios, haciéndome un gesto para que guardase silencio antes de guiñarme un ojo y hacerme ver las estrellas.

No daba más que lamidas en mi entrada, desatendiendo el punto más necesitado. Me estaba comenzando a frustrar, y cada vez que me movía en busca de contacto me sujetaba contra la madera con más insistencia.

Parecía querer hacer las cosas a su manera.

A lo mejor Kim Taehyung era un maldito incompetente que no tenía ni idea de comer un coño y me hacía creer lo contrario.

Bajé la mano para acariciarme, pero me cogió las muñecas tan pronto como me rocé. Se apartó de mí y las forzó sobre mi cabeza con un sonido bruto, haciéndome daño por el impacto.

-¿Te he dado permiso para tocarte? -la línea recta de sus labios descansaba sobre la mía, brillante por mis fluidos, excitante.

-¿También necesito permiso para darme placer? -no rompí el contacto visual, sosteniéndole la mirada aunque quemase-. No lo estás haciendo tú y necesito...-

Sugar, daddy ; kth, jjk [+18] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora