Areum
El abuso no acabó esa noche, ya que sobrevivió activa e inconscientemente en mi cabeza.
Jungkook estuvo gravemente ingresado en el hospital durante dos meses. Para cuando la ambulancia llegó al edificio, tuvieron que hacerle una transfusión de sangre urgente. Casi se desangra en el camino, pero tuvo mucha mucha suerte y la ayuda médica llegó a tiempo.
Por lo que me contó el doctor, apenas tenía voluntad de caminar con las muletas o siquiera de comer; y por lo que yo había visto, su cara se había secado como si fuese un drogadicto dado a su vicio. Se había marchitado por la impotencia, y su pelo también había perdido el brillo como secuela.
Yo iba a verle cobardemente de madrugada, cuando estaba profundamente dormido y tenía algo de paz mental sin goteros ni enfermeras que revisaran su pierna o su nula salud mental. Más de una vez se había quedado despierto intentando verme cuando apareciese, pero yo siempre esperaba pacientemente fuera de la habitación, aguardando a que Jungkook sucumbiera ante el sueño.
No había hablado con él desde que perdió la consciencia hace dos meses, y la razón era tan sencilla como decir que no me sentía bien. No me sentía preparada para hablar con él y revivir toda la experiencia, porque yo tampoco sabía exactamente cómo sentirme ni seguir con mi vida.
Una noche, le dejé en la mesita de noche una carta donde le pedía tiempo, para él, para mí; para sanar. Que no podía sostener el peso de una relación cuando ni siquiera podía levantarme de la cama y ser persona, que sentía mucho que estuviese así por mí, que quería estar junto a él pero no ahora.
Y a la madrugada siguiente recogí su contestación, con la tinta corrida por algunas lágrimas salpicadas y una confesión cruda y enfadada. Que me echaba de menos y que no aguantaba más en el hospital, que los días se le hacían negros y que sentía un vacío profundo en el pecho, que estaba cansado de sufrir lo que se merecía otra persona, que por favor fuese a verle mientras estaba consciente; que se lo merecía, me escribió.
A día de hoy sigo teniendo la carta en la funda del teléfono, y la releo siempre que necesito consuelo o apoyo.
Y durante una nublada mañana frente al Hospital Psiquiátrico de Seúl, sostuve la carta mientras me fumaba un cigarrillo más verde que las copas de los árboles. Era la segunda vez que visitaba el centro y no por obligación, sino por una terrible condena moral que atormentaba mi conciencia. Por poco que me gustara, me había enganchado a él y necesitaba verle.
-...pues qué mierda todo -tiré y pisoteé la colilla cuando ya sentí el familiar y denso mareo nublar mis sentidos, y la droga me armó de valor al cruzar los pasillos y llegar a la sala de visitas.
Al Señor Kim le agradecía que me hubiese enseñado a follar duro y a fumar maría, ya que así había descubierto una forma de evadirme de mis oscuros problemas. Me masturbaba mucho y fumaba mucho como remedio, pero la tirita siempre se acababa cayendo y me sentía incluso más miserable y abusada después del orgasmo.
Y a veces, bajo los efectos de la droga, mi memoria visitaba esas escenas que se habían grabado en mi subconsciente. En el olor químico y penetrante del cloroformo, en el dolor anal, en el sentimiento de asfixia que me había dejado secuelas tan graves que ni podía llevar collares, en los ojos impotentes de mi ex mientras me destruía, en la culpa que sentí por ser débil.
-Por aquí, Señorita So -me guiaron por la sala de visitas, donde había contados pacientes hablando con sus familiares, amigos o incluso pareja-. Enseguida se lo traen.
Y sobre una mesa plástica y cuadrada, había un papelito con mi nombre que la reservaba. Me senté frente al otro asiento vacío, con las trémulas manos en el regazo y esperando a que los guardias lo escoltaran.
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Sugar, daddy ; kth, jjk [+18] COMPLETA
FanfictionUna colaboración hará que Areum caiga en manos del Señor Kim, un narcisista que disfruta corrompiendo personalidades débiles y llevándolas a su mundo sádico. Areum aprenderá que las rosas más bellas también poseen las espinas más dañinas y difícil d...