Sugar, daddy ; kth, jjk [+18] COMPLETA

21. [el hechizo del príncipe]

Este capítulo se tiene que leer a solas ｡◕‿◕｡

⚠️Contenido explícito⚠️

Areum

No había podido mediar palabra alguna desde que había visto a Jungkook llorando por el espejo retrovisor.

Se me había roto el corazón al saber que estaba así por mi culpa, por la falta de comunicación. Se me había grabado en el alma.

¿Le tendría que decir lo del contrato? No quería que me odiase más.

¿Por qué solo quería darle un abrazo y besarle hasta que fuéramos felices sin mentiras?

-Areum -mis pensamientos se cortaron de raíz, la voz gruesa devolviéndome a la realidad.

El Señor Kim me tendía la mano con la puerta abierta, ayudándome a bajar del coche. Las elitistas luces azules del edificio delataron la ubicación, y volvíamos a estar donde el mismo viernes pasado.

Le seguí en silencio, cogida de su mano en busca de un consuelo falso.

Había estado evitándole varios días y no llevaba la gargantilla, aunque tampoco estaba asustada. Sabía a lo que me enfrentaba.

Me habían hecho más brecha los ojos aguados de Jungkook que mil azotes

Ya solos en el ascensor, Kim tiró de la unión de manos hasta que estuve a su disposición.

-Tengo muchas ganas de comerte la boquita, ¿sabes? -su pulgar jugueteó con mi labio inferior, moviéndolo como si se lo quisiera comer.

No dije nada hasta que llegamos a la habitación del hotel.

La cama alta y grande estaba en el medio, y el espejo del techo robaba la atención de cualquiera; era una habitación diferente, y sabía qué íbamos a hacer.

Aún así pregunté.

-¿Qué vamos a hacer? -me quité el collar de plata y lo dejé a salvo en la mochila.

-Sé paciente, todavía queda mucha noche -se acercó a mí para quitarme la chaqueta, ofreciéndome una copa de vino blanco en su lugar-. Pruébalo, te gustará el Domaine de Chassorney.

Acepté su copa dudosa, sin entender la enrevesada pronunciación francesa.

El delicado vino era una excusa perfecta para cambiar de chip, para saber con quién y dónde estaba.

Inclinó su copa con un gesto fino que traté de imitar. Sentí su mirada pesada en mis pechos mientras el líquido bajaba por mi garganta.

-Es un poco fuerte para mi paladar -le sonreí un poco forzada, el sabor maduro de la uva todavía en mis papilas gustativas.

Se rió de mi actitud infantil, sus zapatos negros avanzando hacia mí.

-Esta noche estás muy calladita -respiró en mi frente, su calor corporal difícil de rechazar-, ¿algo que te esté preocupando especialmente, uh?

No me gustó el sarcasmo de su sonrisa, y me levantó el mentón al rodarle los ojos.

-No te metas en mi vida privada -le advertí-, ¿no te vale con acosarme con fotos?

-Cuidado con cómo me habla, Señorita So -apretó mis mejillas juntas para que me callara, y miró mis labios abultados con lascivia.

No supe enumerar todos los pensamientos sucios que le cruzaron la mente en solo dos segundos.