Prólogo

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–Buenas noches mis queridos televidentes, esta noche lo prometido es deuda, con ustedes la mujer más bella del mundo según la People Magazine, la segunda mujer más rica del mundo y la primera en los Estados Unidos. El sueño y fantasía de muchos hombres, la envidia de las mujeres, el Diamante de la Familia Hamilton, y la más joven de todas las empresarias: ¡Diamond Hamilton!– anuncian en la pantalla de la televisión.

Veo a través de la pantalla como sale de un lateral con una sonrisa genuina y arrogante, sabe que es bella, sabe que es rica y sobre todo sabe el poder que tiene en esta sociedad de mierda. Se sienta en una silla del programa de Helen, la morena esa que entrevista a famosos, en fin, se saludan y Diamond le sonríe al público en general.

–¿Cómo estás, Diamond?

–Muy bien, feliz de estar aquí– con una mano mueve su pelo hacia atrás y cruza sus hermosas piernas bien cuidadas –¿Cómo estás tú?

–Muy bien linda, ansiosa de hacer preguntas que mandaron nuestros seguidores por Twitter. Y comenzando por ahí, tienes setenta y cinco millones de seguidores en tu cuenta de Instagram y ochenta en la de Twitter, te has vuelto toda una celebrity. ¡Cuidado a las demás!– dice Helen y Diamond se ríe.

–Pues sí hace tres días mis cuentas alcanzaron esa cifra y de verdad es alucinante, no pensé que llegaría allí, ni que me iban a calificar entre los cincuenta más bellos de People Magazine, nunca imaginé estar en medio de la farándula, siempre lo mío fueron las empresas.

La examino con la mirada, es realmente bella, su piel parece de porcelana, sus ojos son de un azul casi transparente, su pelo es castaño y a simple vista muy sedoso. Su cuerpo, es hermoso, tiene lo que necesita y ya. Caderas un poco prominentes, cintura estrecha, nalgas nada exageradas, sus pechos son medianos casi pequeños, sus kilométricas piernas y sus labios carnosos y voluminosos la hacen una completa diosa ante mis ojos. La mujer perfecta.

No escucho de qué ríen ambas mujeres así que me concentro en la entrevista.

–¿Quién es Diamond?, ¿Es ese tu verdadero nombre?– le pregunta Helen.

–Sí, es mi verdadero nombre, mi padre me llamó así porque era el único bebé que podría tener mi madre. ¿Quién soy?– suspira y cambia el cruce de sus piernas –Soy una chica con sueños y metas, que tuvo que madurar a temprana edad por la muerte de sus padres, que heredó una gran fortuna muy joven y tuvo que poner los pies sobre la tierra porque muchas personas querían arrebatarle lo que por ley le pertenece.

–¿Te duele hablar de tus padres?, ¿Qué edad tenías cuando murieron?

–Me duele como si la noticia me la dieran en este instante, solo tenía diecinueve años cuando me los arrebataron– a pesar de contar algo feo, su sonrisa se mantiene firme sin decaer ni un poco. ¿Quién es en verdad Diamond?

–Háblanos del Imperio Hamilton, ¿Cómo puedes con tanto?

–Es muy difícil, pero no imposible. El Imperio Diamond Hamilton cuenta con veinticinco hoteles, seis aquí Estados Unidos y los otros están en diferentes puntos del mundo. Está el bufete Hamilton, los restaurantes Diamond, las boutiques y los clubes. También hay cuatro moteles que son el inicio de todo.

–¿Moteles? Esos no los conocíamos.

–Sí, esos son los pilares del castillo, mi padre heredó una casa de su abuela y la convirtió en una posada, The Moon se llama, luego de eso vino un motel de carretera llamado The Sun, mi padre no era muy original con los nombres– ambas rieron, incluido yo –luego él conoció a mi madre y abrieron el tercer motel llamado The Love y el último The Family, supongo que para el cuarto ya habían contraído nupcias.

–¿Dónde están esos moteles?

–En Texas, mis padres son texanos. Luego viene la cadena de hoteles Diamond. Cuando nací mi padre se ganó un billete de la lotería, decía que le di suerte, y nos mudamos a New York, allí fundó el primer hotel Diamond Hamilton, en mi honor. Después de ahí, todo tiene mi nombre.

–Genial, tengo por entendido que los restaurantes, las boutiques y los clubes los levantaste tú luego de su muerte.

–Así es.

–¿Haces caridad, Diamond?– ella la mira como si hubiese contado un chiste. Y es verdad, todo el mundo sabe de las grandes donaciones que hace esa mujer en Navidad e inicio de clases para los niños pobres.

–Me ofendes con esa pregunta. Para nadie es un misterio que cuento con varias fundaciones para la ayuda humana, hay una que se encarga de niños huérfanos que viven en la calle, les doy educación, comida y cuando cumplen la mayoría de edad tienen un empleo seguro en una de mis empresas. Tengo otra fundación para niños y adultos enfermos, otra para mujeres y niños que sufren maltratos y otra para familias sin recursos, cada una cuenta con los mismos privilegios: comida, hogar, educación, empleo, vacaciones. El cuarenta por ciento de mis empleados son padres de familia pertenecientes a mi fundación. Ni hablar de las donaciones que hago cada año. Todo esto mi padre lo hizo y yo lo seguiré haciendo hasta el final de mis días.

–Eso es genial, tienes un buen corazón.

–Para quien lo merece sí– vuelve a sonreír mostrando esa perfecta y blanca dentadura.

–¿Los clubes? La gente te está criticando mucho por eso, ¿qué tienes para decir?– muerde su labio inferior y mira fijamente a la cámara. Es como si me estuviera viendo a mí.

–Todo el mundo sabe que cuento con cinco clubes nocturnos, dos son discotecas, los otros tres, no tan convencionales. No son un lugar donde se permite la violencia, ni son prostíbulos donde las mujeres se venden, son un lugar donde las personas van a descubrirse a sí mismos, a conocer sus cuerpos y todo es bajo su consentimiento, y es totalmente prohibido el pago por sexo. Verás...– se acomoda en su asiento y yo presto más atención –los clubes son como todos los demás, solo cambian las cosas en el nombre, Club de Intercambio de Parejas o Club Erótico, mi negocio no va por lo ilegal, al contrario, para pertenecer a el debes solicitar una membresía que tiene un costo, esta te permite entrar con dos personas más, únicamente. En el proceso de sociedad tienes que llevar unos análisis clínicos para saber la condición de tu salud. La higiene es lo primordial en el club, nadie puede decir nada en contra de mis negocios.

Mientras hablaba sus ojos se oscurecieron un poco, hablaba con pasión sobre aquel lugar, como si fuera su santuario personal.

No puedo negar que babeo cada vez que la veo, nunca me pierdo ninguna noticia de ella, es como mi pequeña obsesión, la vi una vez en la inauguración de su segundo restaurante y quedé enganchado a su belleza. Ella es como mi amor platónico, mi amor imposible. Pero lo que no sabía en ese momento es que ella sería mi más grande perdición, que me llevaría a un mundo totalmente diferente y me envolvería con un aura de pasión, lujuria, erotismo y perversidad. Pero que me condenen si digo que no me gusta estar rodeado de todo su morbo.

***

Nueva aquí, ya un año en Litnet. Fue pedida y aquí está. ¡Disfruten, pequeños Diamantes!

Nota: esto es un borrador, perdonen los errores.

Mi Señora (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora