Capítulo 6

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–Al parecer la señora Whitmore había almacenado todas las pastillas de su tratamiento...

–¡¿Y cómo demonios sucedió esto?!– pregunta Diamond alterada al médico que atendía a mi madre. Yo me he mantenido al margen, aún no puedo digerir la noticia.

–Creemos que la señora engañaba a la enfermera encargada de su medicación, escondiendo la pastilla debajo de su lengua...– lo vuelve a interrumpir.

–¿Se está escuchando, doctor? Toda esta mierda que me está diciendo solo me deja pensar una cosa de la institución: que no sirve. Que no tiene profesionales altamente capacitados para atender a los pacientes, que las enfermeras se dejan engañar de los que están en rehabilitación– se levanta de la silla y apunta al doctor con su largo dedo –Esto no se va a quedar así, soy dueña de la mitad de esta clínica y mi nombre no va a quedar manchado por la negligencia de doctores y enfermeras de baja categoría, se supone que aquí se monitorea a cada persona que está internada, un caso de esta magnitud no debe de ocurrir.

–Lo sentimos, señorita Hamilton– dice en voz baja y Diamond de ríe.

–Claro que lo van a sentir– me toma del brazo suavemente y me acompaña a la salida de la clínica.

Hace media hora que llegamos a Nueva York, nos dirigimos directamente a psiquiátrico pero ya mi madre había sido trasladada a la morgue del hospital central. Diamond quería respuestas y tuvo una reunión con el médico encargado de mamá, pero ahora ella está que brota furia por los poros. Le da una orden a Dean de ir al hospital para ver el cuerpo de la mujer que me dio la vida. Al llegar, gracias a Di, nos dirigen directamente a la morgue. El enfermero de esta zona busca el cuerpo de mi madre en uno de los refrigeradores.

–Pronto le harán la autopsia– dice el chico mientras saca la camilla con el cuerpo cubierto con una sábana –Solo pueden verla unos segundos, no queremos que se descomponga.

Con las manos temblorosas descubro su rostro y dejo salir un sollozo al ver su cara joven y pálida. No soporto verla así, sin vida. La cubro de nuevo y salgo de ese lugar sin mirar atrás. Arranco la vestimenta esterilizada de mi cuerpo con furia. La gente me mira como si estuviera loco pero eso es lo menos me importa ahora mismo.

Piper. Solo pienso en ella. ¿Cómo se lo diré?

Siento unas manos delicadas en mis hombros, que bajan por mis brazos en una suave caricia. Diamond rodea mi cuerpo y se pone delante de mí, me da una leve sonrisa y lo que más me gusta de su expresión es que no hay compasión ni pena en ella. Solo comprensión.

–Todo estará bien– limpia las lágrimas de mis mejillas.

–Yo la quería, no era la mejor madre pero es imposible para mí odiarla– vuelvo a sollozar.

–Shh, tranquilo. Te entiendo– me mira a los ojos. Los suyos, azules claros casi transparentes, me transmiten paz y logro tranquilizarme. Es como si me hechizara –Debes ser fuerte, por Piper. ¿Bien?– asiento y me abraza. Al principio me quedo paralizado, pero luego reacciono y la envuelvo entre mis brazos. No sabía qué tanto necesitaba el contacto.

–Tengo que ir a hablar con mi hermana– digo separándome de ella.

–Mi ama de llaves ya me confirmó que ella ya está en mi casa. Vamos.

Caminamos para ir al auto de Di. Dean me da un apretón en el hombro en señal de apoyo y se lo agradezco. Nos vamos alejando del ruido de la ciudad y puedo apreciar de que mi jefa vive en las afueras del estado, muy lejos de su lugar de trabajo. Llegamos a una zona con grandes casas y el chófer detiene el auto en unas grandes puertas doradas que tiene la inicial H, este pone un código en un tablero en la pared y las puertas se abren. Dejándonos ver como un gran terreno se extiende frente a nosotros. Arbustos llenos de rosas rojas, muchas rosas, grandes pinos y césped bien podado Más allá una fuente en forma de diamante (¿cómo no?), Y justo detrás está la gran casa. Estilo mediterráneo y gigante. Esto debe costar unos buenos millones.

Mi Señora (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora