Capítulo 44

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Ethan

La visita del famoso Stephen Berkeley me ha dejado pensando en muchas cosas. Es extraño que no supiera de lo que Diamond de forma histérica le reprochó. Y no es que lo esté defendiendo, por supuesto que no, pero sus palabras me resultaron honestas, sus expresiones faciales ante cada acusación fueron genuinas. Puede ser muy buen actor, pero hay algunos gestos que no podemos fingir a la perfección como él lo hizo cuando mi mujer le declaraba su odio. Su rostro palideció y en sus ojos brilló la desilusión, como si en verdad le doliera que su hermana lo repudiara de tal forma.

Por eso me mantuve la mayor parte del tiempo en que estuvo en el Holding, en silencio. Estudiándolo. Si algo se me daba muy bien era el leer a las personas y el tipo realmente parecía sincero.

Dejo salir un largo suspiro y hago algo que nunca se nos había ocurrido hacer, al desconocer la vida del hermano de mi novia. Abro el navegador en mi ordenador y tecleo su nombre, la web me lanza algunos artículos de un Stephen Berkeley que no es él. Por lo que agrego Londres al buscador. De manera inmediata aparece una imagen del tipo con una pequeña biografía de su persona, así como varios links que mencionan sus recientes logros.

Stephen Berkeley CEO del Banco Central propone una nueva imagen para las papeletas de Libras esterlinas.

Berkeley se enfrenta aquellos que lo acusan de corrupción, demandándolos por difamación e injuria tras darse a conocer los resultados del caso.

Presidente del Banco de Londres crea una fundación en ayuda a los estudiantes de bajo recursos.

Y una más reciente que llama completamente mi atención ya que es de hace unos días.

Stephen Berkeley, CEO del Banco Central de Londres, cancela reunión con japoneses de cierre de trato, de imprevisto.

Así que es cierto, ha cancelado una reunión importante solo para venir tras Diamond. Es una buena coartada y nada prueba que lo haya hecho con segundas intensiones. Pero de no ser así, ¿quién es entonces el que acosa a mi mujer? ¿Qué gana haciéndolo? Toda esta situación me resulta extraña, porque si él dice la verdad quiere decir que hay un tercero en la ecuación, tal vez más personas. ¡Dios!
Masajeo el puente de mi nariz antes de levantar la vista de forma brusca al escuchar que la puerta de mi oficina se abre con un golpe estridente. Una muy enojada Diamond entra a la estancia dando fuerte pisadas con sus tacones y despotricando palabras en un idioma extraño. ¿Griego, tal vez?

─¿Qué pasa?─ me levanto de mi asiento para ir en su encuentro. En sus ojos brilla la frustración y me mira con desesperación.

─¿Qué es lo que quiere de mí?

─Si no me explicas qué pasa, no puedo ayudarte, amor─ le digo suavemente arrastrándola hacia una de las sillas frente a mi escritorio. La obligo a sentarse y ella respira hondo.

─Es Phillips, me ha llamado para decirme que se ha contactado con Stephen. No aceptó la fortuna, ni el cheque. ¡Nada! Ni siquiera el apellido─ gime antes de tomarse las sienes con los dedos ─No entiendo.

─¿Y si está diciendo la verdad?─ digo con cautela y ella me mira como si me hubieran salido dos cabezas aparte de la mía.

─¿En serio lo estás considerando?─ pregunta incrédula y niego con la cabeza.

─No es eso, Di. Pero si no quiere su parte del dinero, ¿qué lo trae aquí? ¿por qué atormentarte sin ningún motivo?

─¡Porque me odia!─ gruñe y ruedo los ojos.

─¿Ahora quién se comporta como niña? No estás pensando con la cabeza fría, no estás analizando los pros y los contras de la situación. Así como tampoco te has puesto a pensar ni por un momento en todo lo que te dijo cuando estuvo aquí esta mañana. ¿Al menos ya investigaste quien es?─ le recrimino y me da una mirada fulminante por unos segundos antes de cruzarse de piernas y mirarme de forma altiva.

Mi Señora (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora