Mi Señora (+18)

Capítulo 36

Ethan

Me rindo.

No soy tan fuerte. No con ella.

Tras ver la imagen de sus pezones marcados de manera hermosa en su camisa blanca, he estado clavándome las uñas en las palmas para evitar correr hacia su oficina. Lo único que ha hecho eso es retrasar lo inevitable.

Me levanto de mi sillón como perro hambriento yendo directo a un filete jugoso. Atraído por la sensualidad de Diamond y su picardía, cruzo la recepción de presidencia donde se encuentran Irina y Daya, la primera me dice que mi mujer está ocupada pero eso es algo que no me importa. Con la tarjeta magnética abro la puerta para encontrar a Dean sentado frente a ella y escuchar la última frase que él dice.

–... entiendo, me contactaré con Will para que pida refuerzos a la agencia. ¿Algo más?– el moreno me mira y Diamond me da un intento de sonrisa.

–Eso es todo, Dean. Gracias por hacerte cargo de esto por mí.

–¿Pasa algo? ¿Por qué van a pedir refuerzos?– me acerco preocupado y olvidando mi excitación anterior al ser consciente de lo que significan las palabras "reforzar la seguridad", aunque no lo hayan dicho exactamente así. En fin, lo que digo es que no soy despistado y sé captar las cosas rápido.

–No es nada.

–¡Vamos, Diamond! Dile esa frase a otro, no a mí– observo al guardaespaldas para ver si él decide hablar pero lo único que hace es levantarse de la silla y ajustar su traje.

–Me retiro, te mantendré informada– y se va, sin ni siquiera dirigirme la palabra.

Volteo hacia Diamond y esta suspira antes de masajear el puente de su nariz.

–Todo está en orden, Ethan. Solo es una prevención.

–Ajá, pero cuando se previene es porque hay una inminente amenaza. ¿Piensas decirme qué pasa realmente?– me siento frente a ella, dispuesto a escuchar todo lo que tiene por decir.

–He recibido un texto con un presunto mensaje de advertencia– dice luego de unos segundos y tras volver a suspirar –Ya he recibido una llamada parecida antes y presumo que están conectadas ya que provienen del mismo lugar. Joseph está investigando y mientras tanto he decidido poner más escoltas a custodiarnos, por precaución. Si esto vuelve a suceder o si recibo información que me confirme que estoy siendo atacada o acosada, entonces voy a proceder con las autoridades.

–¿Y te parece que eso es nada?– comento irritado y ella rueda los ojos –¡Me dices que no pasa nada cuando en realidad mi mujer está siendo incordiada posiblemente por un hater con ganas de joder!– se me es imposible no subir la voz y dejo un golpe en el escritorio. Ella sonríe.

–¿Soy tu mujer?

–¡Maldición!, ¿de todo lo que dije solo eso escuchaste?– pregunto incrédulo –Creí que a estas alturas ya sabías que eres mía.

–No te pertenezco– me reta y entrecierro los ojos.

–¿Quieres apostar?– me acerco con paso felino hacia ella que sube una pierna de forma seductora en su escritorio y otra en el reposabrazos para dejarme ver su sexo desnudo. Meto una mano allí y lo siento húmedo, deliciosamente mojado. Un gemido involuntario sale de mi garganta y ella se estremece –Creo que no necesitamos más demostración que esto– le enseño mis dedos embadurnados de sus fluidos –¿Cómo demonios pasamos de una conversación seria a esto?– pregunto con voz ronca antes de alejarme y poder aclarar mi mente. Necesito concentrarme.

–¿Cómo es posible que hasta tu voz me excite? Son preguntas sin respuestas, cariño– se acomoda en su asiento y puedo notar sus mejillas sonrojadas –¿En qué estábamos?