Capítulo 23

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Diamond

Llego al Holding en el momento exacto del almuerzo, en mi camino hacia mi lugar de trabajo logro ver algunos puestos vacíos, que me indican que mis empleados están llenando sus estómagos. En el ascensor le pido a mi asistente que vaya por Ethan nuevamente y ella asiente bajándose en el tercer piso, la planta perteneciente al departamento de gestión de recursos humanos.

No tengo ni diez minutos en el despacho cuando mi hombre entra por las puertas. Sonrío instintivamente y él se acerca para tomarme con firmeza de las caderas. Suspiro antes de rodearle el cuello con mis brazos.

–¿Te fue bien?– pregunta mientras dibuja círculos con sus pulgares en mi espalda baja.

–Eso espero, mañana firmaremos el contrato e iniciarán las reformas en enero– apoyo mi frente en su pecho duro. Pocas veces me he detenido a estudiar la silueta de Ethan, y necesito hacerlo, quiero ver los fuertes y anchos hombros que estoy tocando justo ahora.

–Me tomé el atrevimiento de pedirle a tu asistente que fuera a comer– levanto la cabeza rápidamente.

–Gracias, pero no le tocaba hasta dentro de una hora– él sonríe de lado y hunde su cara en mi cuello sin decir nada. Deja ligeros besos allí y sus manos bajan a mi trasero para acariciarlo por encima de la tela de la falda –Mmm, creo que estoy entendiendo por donde va la cosa– murmuro extasiada por la calidez de su lengua recorriendo mi vena palpitante.

–Exacto, tenemos una hora para terminar lo que ella interrumpió antes– su boca sube a la mía y la atrapa en un beso intenso, nuestras lenguas se rozan y tiemblo ante el contacto.

Mis manos suben a su pelo y se aferran allí, tirando de el suavemente. Los dedos de Ethan se cierran en uno de mis senos y dejo salir un jadeo sobre sus labios. Anhelaba su toque en mí, y ahora que lo tengo estoy rebosante de deseo. Muerdo su labio inferior y lo escucho gruñir. Sonrío satisfecha antes de pegarme a su cuerpo y restregarme contra el, buscando su calor. Su pene ya erecto se clava en mi vientre y no puedo evitar gemir. Lo necesito dentro de mí.

Con premura y separándome de sus labios suaves y carnosos, le quito el saco y la corbata. Atento mira como quieto torpemente los botones de su camisa, provocando una ligera y varonil risa en él. Cuando está desnudo de la cintura para arriba, me permito dibujar su figura en mi cerebro. Su anatomía es un bálsamo para la retina, de anchos hombros y cadera estrecha, el vientre plano y marcado por unos ligeros abdominales, sus pectorales duros, sus bíceps bien desarrollados, dispuestos a tomarme y sujetarme fuerte mientras su ingle me folla. Sus tetillas rojizas piden que las tome en mi boca y esa tentadora V en sus caderas que termina dentro de los pantalones, me pide que la descubra para disfrutar de lo que hay más al sur.

Trago saliva, mis pezones se tensan y mi clítoris palpita al ver la enorme casa de campaña que ha formado su miembro erecto en los pantalones finos.

–¿Te gusta lo que ves?– murmura con la voz ronca. Está excitado.

–No sabes cuanto– me acerco a él, quito la correa y seguido el botón. No es tiempo de ser sutil y delicada, me pongo de rodillas y bajo de un tirón el pantalón junto al bóxer, dejando su enorme erección frente a mi cara. Sonrío con lascivia y levanto la mirada para ver a mi chico observarme con auténtica lujuria. Acaricio su pene duro y largo con mi mejilla y lo escucho maldecir bajito, repito el proceso, esta vez con mi nariz y se estremece –¿Y si hago esto?– cuestiono, tomándolo por la base con los dedos y pasando mi lengua por el frenillo y terminando en la abertura de la uretra.

–Mierda– sisea y puedo sentir como se endurece más entre mis dedos. Veo como su prepucio se estira por completo dejando el glande rosado bien descubierto. Una gotita de preseminal se escapa y con mi dedo la tomo para esparcirla por toda la cabeza.

Mi Señora (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora