DiamondMe remuevo incómoda en la cama, siento las extremidades entumidas y me encuentro en una extraña posición. Tiro de mis brazos pero algo me lo impide.
Despierto sobresaltada para encontrarme totalmente atada a la cama. Mis brazos extendidos hacia cada lado del cabecero sujetos con sogas de cuero, así como también la piernas abiertas y atadas también a los postes de la cama. Dejándome inmovilizada, abierta y muy expuesta ya que estoy desnuda. Tiro de los amarres y gruño frustrada. ¿Cómo demonios no me di cuenta antes de que estaba así?
–¡Ethan!– grito.
–Vaya, ya has despertado– su voz burlona sale de algún lugar pero él no está a mi vista.
–¡Suéltame, joder!– odio estar vulnerable, así me siento cuando estoy atada, cuando no tengo el control. Vuelvo a mover bruscamente mis brazos pero estoy bien sujeta.
–Si continúas haciendo eso te vas a lastimar– dice antes de verlo aparecer por la puerta de la habitación de juegos con una sonrisa lobuna.
Va desnudo en todo su esplendor, está erecto y carga un antifaz en la mano. No. No. No y no.
–Será mejor que me dejes libre, Ethan, o lo que pasará después no te va a gustar créeme– lo amenazo y el suelta una carcajada que logra fastidiarme.
–Umm, no. No lo haré hasta que esté satisfecho– se sube a la cama y acaricia mi muslo con suavidad, logrando que mi piel se erice.
–¿Te estás vengando, cierto?– murmuro dejando caer mi cabeza hacia atrás, derrotada.
–¿Qué comes que adivinas?– se acerca y cubre mis ojos con el pedazo de ceda negra, fundiéndome con la oscuridad. Mi corazón palpita demasiado rápido y mi respiración se agita. Había olvidado en que estado me pone estar así, solo espero no perder la cabeza mientras Ethan juega conmigo –Te ves tan sensual así, dispuesta para mí.
–No te acostumbres– logro decir antes de sentir sus dedos tocar el valle entre mis senos.
La habitación se sume en un gran silencio, solo puedo sentir el sutil toque que me hace mi verdugo. Sus labios sustituyen a sus dedos y deja suaves besos en todos mis pechos, sin llegar a rozar el pezón. Ethan desciende por mi abdomen, me acaricia el ombligo con su lengua y sigue bajando hasta mi ingle provocando que mi vientre se contraiga por la sensación de su contacto. Cuando creo que va a llegar a mi sexo, se detiene.
–Mmm– me quejo en un gemido.
No lo siento en ninguna parte y tampoco logro escuchar nada. Mi cuerpo se pone en alerta, pendiente de cualquier movimiento pero no se espera el aire caliente de un aliento sobre mi muslo izquierdo. Un beso deja allí y comienza un descenso por toda la cara interna de mi región femoral. Mi cuerpo se pone rígido cuando llega cerca de mi vulva pero se detiene. Siseo un "joder" entre dientes y escucho su risa ronca.
–¿Desesperada?– me quedo en silencio y siento como le da la misma atención a mi otra pierna –Así estaba yo ayer, viéndote dándote placer sin mí– dice entre beso y beso, llevándome a una especie de excitación frustrada.
–Por favor– ruego un poco de atención a mi necesitado y ya húmedo sexo.
–Yo también te lo pedí y tú me ignoraste– siento su cuerpo caliente colocarse sobre mí y su polla ardiente se pega en mi centro mojado. Gimo y me arqueo buscando más contacto –¿Quieres que te folle?– su glande se pasea entre mis carnes y vuelvo a gemir –¿Me quieres dentro de ti?– clava la punta en mi entrada y empuja un poco.
–¡Sí, si quiero!– lo siento retirarse y gruño –¡Maldito seas!
–Yo también quería estar dentro de ti ayer, y tú me lo impediste– se separa por completo nuevamente y no puedo descubrir donde está.
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Mi Señora (+18)
RomanceMi vida se veía envuelta en líos a cada rato, problemas económicos entre otros. Pero cuando ella llegó a mi vida, todo de repente floreció. La mujer más bella, más radiante, más poderosa, me ayudó a salir adelante. La amo con todo mi corazón, pero...