Capítulo 38

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Diamond

Reposo sobre el pecho de Ethan, estoy cansada, totalmente agotada. Mi hombre me ha llevado al límite y me ha traído de devuelta para volver a lanzarme aún más lejos. Ha sido la mejor noche de toda nuestra relación.

Y hablando de relación...

–¿Estás despierto?– murmuro acariciando su abdomen bien marcado.

–Sí– contesta en voz baja pero continúa con los ojos cerrados –¿Lo preguntas por algún motivo en especial?– sube mi pierna hasta su ingle y puedo sentir su pene semi-erecto en mi rodilla.

–¿No te cansas?– digo divertida y el sonríe.

–De ti, no.

–Pues yo si estoy cansada– me acurruco en su pecho y él me rodea con más firmeza contra su cuerpo duro.

–Una lástima.

Nos quedamos en silencio otros minutos. Me concentro en dibujar formas imaginarias en su torso, pensando en lo trabajado que está y que nunca lo he visto practicando ejercicio. Me entra la curiosidad por lo que levanto el rostro y contemplo su expresión relajada.

–Ethan– lo llamo y él me responde con un sonido nasal, impasible –¿Cómo es que tienes un cuerpo tan musculoso?– abro la mano sobre su vientre y siento la dureza de este. Una leve sonrisa curva sus labios.

–Hago ejercicio– contesta con algo de sarcasmo y ruedo los ojos.

–Obviamente, lo que pregunto es cuando ya que nunca te he visto ejercitando.

–Antes de ti iba al gimnasio en las tardes, ahora me tomo una hora temprano en las mañanas, justo cuando va a amanecer, para ser específico.

–Oh– digo al entenderlo. Madruga –¿Utilizas el gimnasio de la mansión?

–A veces. Otras solo hago unos abdominales y unas flexiones en el baño. ¿Por qué estamos hablando de esto?– abre los ojos y clava sus iris grises en los míos azules. Acaricio su mandíbula con suavidad.

–Para poder romper el hielo– contesto nerviosa y frunce el ceño.

–¿Romper el hielo? ¿Por qué debería haber tensión entre nosotros?– pregunta confundido y le doy una sonrisa tímida.

–Por esto– apago la lámpara que nos da luz y dejo la habitación a oscuras.

–¿Di?– lo escucho decir con cautela y subo mi brazo hacia la cabecera, se escucha el click del botón y al instante se ilumina el techo encima de nosotros. Ambos miramos hacia arriba las luces LED formando una frase –No inventes– Ethan parece no creer lo que ve.

–¿No dirás nada?– mi voz se escucha ansiosa y él... él deja salir una carcajada dejándome de piedra. ¿En serio? –¡Ethan!– me quejo y respira hondo antes de mirarme.

–¡Dios, mujer! ¿Siempre irás diez pasos por delante de mí?– se gira para mirarme con dulzura –Por supuesto que quiero ser tu novio, preciosa.

Una sonrisa de alivio se forma en mi rostro y me abalanzo sobre él, quedando a horcajadas encima de sus caderas.

–Tenía que hacerlo, sabes que no soy como todas. Yo no espero, yo me lanzo y me arriesgo– murmuro sobre sus labios y él aferra mis mejillas entre sus grandes manos.

–Y eso me encanta, me hace sentir alagado– dice antes de besarme.

Su boca acaricia mis labios con pasión y erotismo. Su lengua se cuela en mi cavidad y junto a la mía danzan, mandando corrientes de placer por todo mi cuerpo.

Mi Señora (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora