Mi Señora (+18)

Capítulo 3

Piper en la imagen...

***

Miro el reloj por enésima vez, ¿dónde diablos está Piper que no llega? Muevo mi pie de forma nerviosa y me levanto de un salto cuando escucho la puerta abrirse.

–¡Piper!– ella se sobresalta y no puedo evitar reír.

–¡Idiota! ¿Me quieres matar?– dice enojada y con su mano en su pecho.

–No, solo quería saber porqué llegaste tan tarde– la dejo pasar a la casa y veo como arrastra unos libros en su carrito.

–Estaba en la biblioteca, tengo un trabajo de la escuela y debo investigar– deja caer su mochila y se tira en el sofá –Estoy agotada.

Hago una mueca de pena y saco unas llaves de mi bolsillo.

–Que mal, porque entonces no podremos ir a ver nuestro nuevo hogar que me ha sido otorgado por firmar cierto contrato, de cierta empre...– no me deja continuar ya que suelta un grito muy agudo.

–¡No lo puedo creer!– chilla levantándose del sofá y tirándose a mis brazos –¿Es en serio? ¿No me estás mintiendo?

–No– niego divertido y ella vuelve a gritar –¡Oye, pequeño demonio, me vas a dejar sordo!

–¡No me importa!– me da un beso en la mejilla –Sabía que te contrataría, eres un buen chico, hermanito precioso– me pellizca las mejillas y luego me las golpea.

–Auch, ¿por qué eres tan salvaje y cruel?– me quejo.

–Cruel es bueno– corre hacia su habitación y vuelve con su bolso –Estoy lista, vamos.

Caminamos hasta el metro y no subimos para ir a la dirección que me dio Diamond. Tardamos unos treinta minutos en llegar y otros diez buscando el edificio donde están los apartamentos.

–Es este– digo parado frente a la estructura de piedra –¿Entramos?– mi hermana asiente entusiasmada –Después de usted, pequeña dama.

Ella ríe y camina delante de mí. En la entrada le aviso al guardia de seguridad quien soy y este ya está al tanto de que soy el nuevo inquilino. Según el contrato, que va redactado por medio de la fundación, dice que se me entregaría un apartamento confortable para dos personas totalmente amueblado. Y entiendo el por qué la gente admira tanto a Diamond. La casa es genial, muy diferente al basurero donde viviremos hasta hoy. Los pisos son de cerámica fina, una cocina enorme, una sala con buenos muebles, dos habitaciones con baño cada una y el balcón, con vista a un parque. Simplemente genial.

–Me encanta– dice Piper tirándose en la cama de la que será su habitación –Esto es mucho mejor, huele a nuevo y limpio, todo lo contrario a casa, que huele a humedad y moho.

–Espero que esta vez nadie me acuse de ladrón– digo suspirando y la niña me mira triste.

–Ya verás que no. Tú eres bueno, Ethan, y estoy segura de que Diamond pensará lo mismo de ti.

–Eso espero, renacuajo.

***

Llego media hora antes de que comience mi jornada laboral. Son las siete y media de la mañana cuando las puertas del ascensor se abren en presidencia.

–Buenos días– saludo a Daya y a Caroline que se encuentran allí, y al parecer acaban de llegar ya que sus bolsos están encima de sus escritorios.

–Buen día– dicen al unísono. La rubia dándome una cálida sonrisa. Me pregunto para qué Diamond tiene dos secretarias y ahora un asistente –Bienvenido a tu primer día– continúa diciendo Caroline.