Capítulo 12

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Bajo las escaleras luego de despertarme. Es sábado y me sorprende ver a Piper despierta y bien vestida a las ocho de la mañana.

–Buen día, hermanito– dice luego de tragar un bocado de su desayuno. Me acerco a ella y beso su frente.

–Buenos días, ¿y qué milagro hizo que te levantaras temprano un sábado?– me siento en el taburete a su lado y Esther, la cocinera, me sirve un plato de hotcakes que agradezco un poco avergonzado. Aún no me acostumbro a que hagan todo por mí –Gracias– murmuro y luego miro a Piper expectante.

–Voy a salir– contesta y levanto una ceja.

–¿Con el permiso de quién, señorita? ¿Y para dónde si se puede saber?

–Hice amigas en el nuevo colegio y vamos para la casa de una de ellas para un día de chicas– la miro con sorpresa. Está feliz y nunca había escuchado la palabra amiga salir de su boca. Al parecer ese colegio es especial y hay una sola persona a quién agradecer todo esto. Y es la misma que produce cosas en mi pecho, la que llegó para cambiarnos la vida, Diamond Hamilton –Y le pedí permiso a Di.

–Sí, pero aquí el que es responsable de ti, es este servidor, quien no sabía de nada de una salida– la regaño y rueda los ojos –Cuidado con esos ojos, Piper.

–No seas tan cascarrabias, Ethan.

–¿Y se puede saber dónde es eso y quién te va a llevar?– pruebo mi comida y casi gimo del gusto. Está muy bueno.

–Es en Nueva Jersey– abro los ojos con asombro. ¿Qué edad piensa Piper que tiene? –Will, el chófer de Diamond, me va a llevar y traer.

–No creo que sea buena idea, Piper– le digo preocupado y ella me hace ojitos.

–Vamos, Ethan. Ya dije que iría y estoy muy emocionada, nunca he hecho esto. No seas malo, hermanito– hace un puchero muy lindo que me provoca reír, sin embargo no cambio de idea –Además de que me quedaba sola en casa cuando estabas trabajando.

–No es lo mismo, ahora estamos hablando de ir a otra ciudad que no conoces. Y no soy malo, solo velo por tu seguridad. No quiero que vayas– me da una mirada enojada.

–¡Pero yo quiero ir!

–Baja el tono, jovencita. Ya dije que no irás– su rostro se pone rojo y sus ojos se llenan de lágrimas.

–¡No eres mi padre, no me das órdenes!– me grita y ahora sí que se ha pasado.

–¡Soy tu hermano mayor, quien siempre ha sido tu mentor! ¡Y no me levantes la voz! Si antes tenías probabilidades para ir, ahora no hay ninguna. A tu habitación– le ordeno con autoridad. Veo como aprieta los labios guardándose sus palabras.

–¡Te odio!– grita finalmente, dejándome sin aire. Miro con asombro y dolido como se levanta y se marcha corriendo hacia las escaleras.

¿Pero qué demonios? Ella nunca ha sido una niña malcriada.

En ese instante entra Diamond a la cocina con rostro de desconcierto. Viste con ropa deportiva y se ve muy bien así, he de admitir.

–¿Qué ha pasado?– nos mira a mí y a Esther. Que tiene una expresión de horror en la cara. No sé si por mí o por mi hermana –¿Por qué Piper iba llorando y me ignoró por completo?– se cruza de brazos.

–Porque le he dicho que no iba a Nueva Jersey– llevo el plato hacia el fregadero pero Esther me lo quita. Se me ha ido el hambre.

–¿Y eso por qué? Yo le dije que podía.

–Justo ese es el problema, Diamond. Piper debe pedirme permiso a mí, yo soy el responsable de su persona y tú me estás quitando autoridad sobre ella. En estos días la has consentido demasiado y ella se ha acostumbrado a que siempre le digan que sí. ¡Y solo llevamos cuatro días aquí! No quiero ver cuando tengamos un mes– tiro de mi pelo frustrado y Di me mira con cara de circunstancia –Le has dado una IPad, un teléfono y una portátil, ropa cara, todo lo que ella te pide. Lo entiendo. Bien. ¡Pero una niña de diez años no necesita un teléfono móvil! ¿Para qué? ¿Ahora le permites viajar sola a Nueva Jersey? No tienes el derecho, Piper es mi hermana, no la tuya.

Mi Señora (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora