Capítulo 27

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Diamond

Llegamos a la casa rozando casi la media noche, Dean nos deja en la entrada de la casa. Con su ayuda salgo como puedo del auto y espero a que este ayude a una achispada Hillary que se tomó unas cuantas copas sin mi consentimiento, cosa que le provocará dos regaños mañana, el mío y el de su abuela Esther. Piper, por otro lado, se ha quedado dormida por el cansancio y es Ethan quien la toma en brazos para dirigirnos al interior de la casa con algo de celeridad, ya que está haciendo un frío tremendo.

En la calidez de mi casa puedo respirar más tranquila, ha sido un día agotador en demasía. Mañana es Navidad y eso significa estar solos en casa, mi personal se va a las propias y Esther recibirá a su familia en la residencia de empleados. El 25 de diciembre es un día que casi siempre la paso encerrada en la mansión, al no tener equipo de seguridad me limito a no salir a la calle hasta el día contiguo a ese.

Sigo a Ethan hasta la habitación de su hermana, donde él se encarga de acostarla y yo de desvestirla y ponerla cómoda. Cuando termino me dirijo a mí aposento deshaciéndome de los tacones en camino a este, al entrar noto que no hay nadie y frunzo el ceño. ¿Dónde está Ethan? Me encojo de hombro restándole importancia y procedo a soltar mi pelo, sintiéndome libre de inmediato al quitarme las horquillas. Cuando voy a bajar la cremallera del vestido, unos brazos fuertes se envuelven en mi cintura y un aliento choca contra mi nuca.

–No te lo quites, quiero hacerlo yo– murmura Ethan a mi oído, a la vez que muerde mi lóbulo. Un jadeo involuntario sale de mi boca y me pego más a su pecho buscando cercanía –Toda la noche he pensado en como deshacerme de el poco a poco– hace a un lado mi pelo y comienza a bajar el cierre –Descubrir tu piel y besarla– agrega antes de dejar un húmedo beso en mi omóplato que me calienta todo el cuerpo.

Y así lo hace, mientras me desnuda deja lentos besos en mi espalda que me hacen estremecer. ¡Dios, este hombre no sabe todas las cosas que quiero hacerle! El vestido cae en el suelo, dejándome en ropa interior de espaldas a mi hombre. Me giro hacia él, descubro que está solo en bóxer y sonrío satisfecha, entonces su boca cubre la mía con fiereza. Le respondo al instante, dejándome cubrir de su fuego que me consume de a poco, mis manos se aferran a su espalda y las de él no se quedan quietas en un solo sitio, acaricia cada rincón de mi piel caliente. Muy a mi pesar lo separo de mí, deleitándome con su rostro excitado.

–¿Quieres jugar?– pregunto sobre sus labios, mis manos descienden a su culo duro y lo aprieto a mi antojo.

Lo veo titubear. Por favor di que sí, ruego en mi fuero interno. Dirijo las manos a su pecho y con las uñas raspo sus tetillas, su cuerpo entra en tensión y lo escucho gemir bajito, continúo bajando hasta tocar su erección por encima de la fina tela, le doy un ligero apretón y maldice entre dientes.

–Juguemos– dice al fin y lo miro con lascivia mientras me alejo de su musculosa anatomía.

–Espérame desnudo– con un gesto señalo la puerta de la sala y con gesto sumiso acata mi orden.

Cuando desaparece respiro hondo y trato de calmar mis nervios, así como pensar bien las cosas para no volver a joder todo. Recuerdo todo lo que le ha gustado y hago una lista mental. Me doy una mirada en el espejo y veo la sonrisa de adolescente enamorada en mí.

Me dirijo al cuarto y encuentro a Ethan mirando las cadenas que cuelgan de los polipastos en el techo. Recuerdo cuando jugamos con algo similar en el club en compañía de aquella mujer. Y eso me da una idea, me acerco silenciosamente a él.

–¿Te gusta?– pregunto y se sobresalta para luego mirarme ligeramente sonrojado.

–La otra vez me...– carraspea incómodo –Estuvo bien.

Mi Señora (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora