Capítulo 19

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Ross Lynch [...]

Una especie de líquido cayó sobre mi cuerpo, despertándome del profundo sueño que tenía.

Una Emma con los ojos llenos de lágrimas y llorando como desquiciada, se puso frente a mí. Noté que me había arrojado una cerveza.

Me miró con rabia y después caminó hacia el mueble de la sala, tirando todos nuestros retratos al suelo. 

Sorprendido la miré, sin saber de que carajo iba todo esto.

Me acerqué a ella y la abracé, decidido a detener este drama y a pedir una explicación.

La castaña forcejeó conmigo, haciendo que la soltara.

—¿Era bonita? —preguntó de repente.

Sus manos temblaron y se quebró nuevamente, frente a mí.

Busqué mi celular dentro de los bolsillos de mi pantalón y volteé de repente, notando que se encontraba sobre la mesa.

Mierda.

—¡Eres exactamente igual a André, eres incluso peor! Por mucho tiempo me hiciste creer que eras un ángel, que estar contigo iba a ser como el paraíso, y después me mostraste quien eras en realidad. ¡Eres un asco! —intenté acercarme a ella, pero Emma movía sus manos para evitar que la tocara—. ¿Era bonita? ¿Más bonita que yo? ¿Siquiera pensaste en mí después, te arrepentiste?

Cerré los ojos de golpe, maldiciendo en mi cabeza una y otra vez.

—Soy un imbécil Emma, pero no te hagas la santa.

Respondí, completamente seguro refiriéndome hacia ella y Cole.

—¿O me vas a decir que Cole y tú no hacen más que platicar cuando salen? Ese imbécil perfectamente quiere hacer de todo contigo, menos hablar, Emma. ¿Me crees estúpido? ¿Tú puedes hacerlo, pero si yo lo hago, está mal?

Me miró incrédula y negó con la cabeza.

—¡Jamás te he engañado Ross! ¿Por qué no puedes entender eso? Maldita sea.

Emma me empujó, esta vez con todas sus fuerzas, pues logró hacerme chocar contra una de las paredes. Lucía realmente triste, muy mal, decepcionada.

Yo también lo estaba.

—No puedo creerte, no después de que me hayas mentido para ir a verte con ellos, para verlo a él —le dije, apretando mis puños.

Las lágrimas no dejaban de salir de los ojos de Emma, y su mirada lucía apagada.

—¡Nunca te he engañado Ross! ¿Sabes por qué? Porque te amo Ross, yo si te amo.

Su voz se entrecortaba, y un nudo se formaba en mi garganta.

—¿Estás consciente de la mierda que hiciste, no? Metiste a alguien a nuestra cama Ross, me juraste que jamás harías lo mismo que André hizo conmigo...¡Y has hecho exactamente todo! Lo has hecho incluso peor.

Me acerqué a ella. Esto no podía acabar, mucho menos así.

Amaba a Emma. Estaba cegado con la idea de tenerla solo para mí, mis celos querían apoderarse de ella y de la situación, pero  no podía seguir dejando que eso afectara nuestra relación.

No iba a darle el gusto a Cole de separarme de ella.

—Mierda Ross, sabías que estaba lastimada, que mi relación anterior me había dejado herida. ¡Y aún así lo hiciste! 

Emma me empujó un par de veces más, azotándome contra la pared.

Y justo cuando pensé que ya se había tranquilizado, aquella castaña de ojos color avellana, esa chica a quien amaba tanto, finalmente llegó a su límite. Y como si se tratara de una bomba, estalló.

AFTERGLOW // Ross LynchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora