AFTERGLOW // Ross Lynch

Capítulo 34

Me levanté de aquella cama sin ganas. No había motivación alguna que lograra mantenerme en un buen estado de ánimo, o prestando atención a lo que diario hacía.

La venda sobre mis ojos había caído y finalmente había visto como eran en realidad las cosas, comprobando que las actitudes de Ross conmigo eran groseras, frías, y que únicamente se portaba de forma amorosa conmigo cuando intentaba hacer que confiara en él, o siguiera sus pasos.

El día de mañana partiríamos hacia Budapest, en un vuelo comercial que salía a mitad de la madrugada, lo cual me parecía realmente agotador. Por fortuna, el poco juicio que me quedaba aún logró vencer a mis sentimientos por Ross Lynch, abriéndome los ojos.

Iba a hablar, tenía que hacer algo. Por mí, y por Emma.

Y ya lo tenía decidido. 

Necesitaba salir de aquella casa sin la supervisión de Ross, lo cual en estos momentos era  lo más complicado, puesto que su inseguridad había crecido a niveles extremos y no podía confiar en mí ni en nadie.

Vivía las veinticuatro horas del día pensando que iba a salir corriendo de aquella casa soltando toda la verdad, cuando en realidad, no era así. No iba a ser tan estúpida para arriesgarme de tal forma.

Caminé hacia el baño, abriendo el grifo del agua caliente de la regadera para ducharme, relajarme, y pensar con mayor claridad en algún plan o idea que me ayudara a que se supiera la verdad.

Tenía que salir lo menos afectada de esto.

Desnudé mi cuerpo, dejando las prendas tiradas en el suelo. Minutos más tarde entre al agua, perdiéndome entre el vapor que el agua caliente iba soltando poco a poco.

Solté un enorme suspiro y mientras miraba los azulejos de aquel baño, una idea vino a mi mente, y para ello necesitaba un poco de ayuda. 

Cambiaría todas mis intenciones, modificaría el plan inicial que tenía para soltar la verdad. Y lo haría para que el mismo Ross Lynch, cayera en el juego y fuera él quien dijera todo.

La puerta del baño se abrió sorpresivamente y observé a Ross a través de las puertas de cristal de la regadera, las cuales se empañaban poco a poco. El castaño me miró de reojo y después de orinar, se acercó al lavabo, donde lavó sus manos y echó algo de agua en su rostro.

—Necesito ir al supermercado, debo comprar algunas cosas personales —dije de repente, llamando su atención.

Me miró con mirada seria y asintió con la cabeza.

—Te llevaré hasta ahí, y te esperaré en el auto —respondió.

Segundos más tarde salió de aquel baño, dejándome nueva sola, y en silencio.

Necesitaba encontrar alguna forma de comunicarme con Cole, de inmediato.

 [...]

Esperé impacientemente a que Ross se marchara de la cocina, pues de esta forma, podría tomar los celulares que tenía aprisionados en uno de los miles de cajones.

Finalmente, el castaño se dirigió hacia la planta superior de la casa, yendo a buscar una chamarra y sus anteojos de sol para que partiéramos hacia el supermercado.

Todo el día me había mordido las uñas de los malditos nervios.

Como un rayo, me dirigí con velocidad hacia los cajones, abriendo un par en completo silencio hasta encontrar el cajón donde se hallaban ambos celulares.

Tomé el mío, y lo encendí, esperando que este se encontrara lo suficientemente cargado para que prendiera. Esperé un par de segundos y finalmente la pantalla se encendió.