Five

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Entonces vio como un líquido carmín y un poco de magia morada salía de su mano izquierda.

Soltó el cuchillo como un acto involuntario.

No sabía qué hacer, la reciente herida ardía mucho y no podía evitar llorar, era un niño de seis años después de todo.

—¿Ahora qué hiciste Radier? —Al escuchar el llanto del menor, Error se acercó a la cocina.

—M-mamá...

—Deja de llorar, solo es un corte.

Error tomó la mano del menor, abrió el caño y dejó que el agua limpiará su herida.

—Eso d-duele —Movia de forma desesperada su mano— M-mamá...

—Eso te pasa por no hacerme caso — Cerró el caño y dejó ir a Radier.

—Es que yo quería mi naranja —Dijo, mientras acariciaba los bordes cerca del corte.

—Te dije que iba a terminar mi informe primero y luego te iba a cortar tu naranja —Cruzo sus brazos cansado del comportamiento infantil del contrario.

—Pero te ibas a demorar.

—Mi informe es más importante.

—Mi naranja —Señalo el fruto con su dedo.

—El informe —Reiteró al terco de su hijo— Además la naranja está más a la izquierda.

—¿Ah, sí? —Enfocó mejor su vista, y pues era cierto, estaba señalando casi a la pared, se acercó a la mesa donde reposaba el fruto, y volvió a señalar— Que yo coma mi naranja es más importante.

Y así, Radier por si solo exhibió la obvia miopía que tenía.

Error la otra semana ya lo enviaría al oftalmólogo. Lo que no contaba era que el niño le causaría un dolor de cabeza solo por llevarlo ahí.

Ahora el reto sería ir a recoger los lentes y convencer que Radier se los ponga.

||Ellos me odian|| «Radier»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora