Twenty one

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La hora de recreo había llegado, y él se quedó sentado en su sitio dibujado.

Su mamá, su papá y él, solo ellos tres como una familia feliz y normal.

Una fantasía como las demás, debería dejar de soñar despierto.

—Hey, Radier.

Y de nuevo en la misma situación se encontraba, su compañera le quitó sus lentes de pronto.

—¡Devuélvemelos! —Se levantó de su asiento y se aproximó a la de menor estatura, algún día se cansarán de molestarlo o eso esperaba.

—¿Y si no qué? —Retrocedió unos cuantos pasos— ¿Vas a golpearme? No te tengo miedo, idiota.

—No te hagas la valiente, si tu primo estuviera en otra clase no te atreverías a nada.

—¡Cállate! —Antes de que pudiera tomar de regreso sus lentes, la contraría lo empujó al suelo.

El impacto lo dejó un poco fuera de sí, así que no pudo levantarse.

—¡Un niño como tú no debería estar en este colegio! —Con fuerza le lanzó los lentes a su propietario.

Radier cerró sus cuencas pues el objeto le había caído en su rostro, se cuestionaba en cuánto tardarían en llegar los demás.

—¿Jugando sola con este, Miranda?

—Hasta que llegaron, me estaba cansando de todo esto —Se cruzó de brazos molesta por la tardanza de sus amigos.

Oh, aquí vamos otra vez.

El más alto de sus agresores lo sujetó de su brazo, y lo levantó del suelo, mas le dio tiempo de agarrar sus lentes, los puso en su bolsillo, quizás no saldría ileso de esta.

—Suéltame.

—¿Por qué? —El grupo de niños iban dirigiéndose al baño, ahí seguro nadie los molestaría, Radier odiaba que por mucho que se opusiera no podía soltarse, además no ayudaba que los otros lo estuviesen empujando— Si tenemos todo el recreo para divertirnos.

—Mejor cuéntanos qué es tu vida —Una vez dentro de los servicios higiénicos, la menor cerró la puerta— ¿Sigue siendo lamentable?

La situación no le favorecía para nada a Radier, igualmente intentó salir, pero en algún momento sus movimientos se entorpecieron y se cayó.

—Es que ni siquiera tenemos que esforzarnos —Se aproximó al contrario que probaba levantarse pero no podía, le faltaba mucho dormir, se posicionó encima de él y con su mano derecha estampó su cráneo contra el suelo— Podrías hacerlo más difícil, Radierer, pero que puedo pedir, solo eres un inútil.

—Ahg, esto no puede estar pasando —Se negaba a sentir miedo, no delante de esos idiotas, se puso boca arriba y enfrentó al contrario— Voy a decirle a la maestra sobre esto, veamos ahora quien va a dirección.

—¿En serio se lo vas a decir? —Rió burlesco por lo escuchado— Miranda, dame las tijeras, chicos vengan.

—¡Ustedes déjenme! —Sus dos compañeros agarraron su brazo izquierdo para luego levantar la manga de su sudadera— ¿Cuál es tu maldito problema, Andrew?

—Mi hermana se corta, la veo muy feliz después de hacerse daño, así que... —Acercó el objeto algo filoso a la extremidad del contrario— ¿Por qué no sonríes tú también? Sé que tu familia es una porquería, no eres feliz pues tus padres ni caso te hacen.

—¡Cállate! —Sintió como el contrario ponía su mano izquierda en su cuello, una pequeña presión lo dejaba sin mucha opciones para escapar.

—Tus padres te odian ¿No te das cuenta? —Empezó a hacerle unos pequeños cortes en su brazo, cada vez eran algo profundos— ¡Ellos te odian! Odian todo de ti, no sirves para nada, solo eres un estorbo en sus vidas ¡Muérete!

—¡¿Qué demonios te hice?!

Radier intentaba recordar cuándo inició esta pesadilla, seguro era su culpa, habrá hecho algo que no debía y ahora pagaba las consecuencias.

Solo bastaron dos meses para que sus compañeros le hicieran la vida imposible, no quería volver jamás al colegio.

—¡Estar aquí! —Recibió de respuesta— Detesto que sigas aquí, aquí, con... ¡Tu estúpida sonrisa! ¡¿A pesar de todo por qué sigues sonriendo?!

—¡No lo sé!

La sonido de campana pronto escuchó, el recreo había terminado.

—Andrew, ya tenemos que irnos —Habló el amigo de este— Si la maestra se da cuenta que no estamos...

—¡No, esto no se termina! —Pronunció molesto, la única niña presente lo tomó de los hombros para alejarlo de Radier, pero no pudo.

—¿¡Dios, podrías parar!? —Gritó otro niño más alto.

—¡Me niego! —A este punto, Radier temblaba de rabia y miedo— ¿Sabes qué odio más de ti?

—¿Eh?

Los dos niños que sujetaban su brazo, lo soltaron al ver que Andrew dirigía la punta de la tijera directo a su cuenca, parecía decidido a cometer una macabra acción.

—¡Andrew! —La menor estaba aterrada, se suponía que esto era un juego, no debía pasar a mayores— ¿¡Qué hacen ahí parados!? ¡Llamen a la maestra!

Los tres espectadores no quisieron seguir viendo el espectáculo y huyeron a pedir ayuda a alguien mayor, no importaba quien sea, si podía parar aquello era suficiente.

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Les presento el capítulo que iba a ser el quince pero terminó siendo el veintiuno, un gran cambio.

Les presento el capítulo que iba a ser el quince pero terminó siendo el veintiuno, un gran cambio

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||Ellos me odian|| «Radier»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora