Thirty six

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Eran las cuatro de la tarde y se alistaba para salir por fin del hospital, la comida ya le sabía insípida además que no había muchas que hacer por aquí, se hubiera muerto de aburrimiento si no fuera por las cosas que le traía la enfermera.

Algunas veces los objetos le parecían familiares, quizás era porque unos eran de su propiedad y otros eran nuevos.

Sentado sobre la cama guardaba todo en su mochila, la cual también era suya.

Los nervios inundaban sus pensamientos pues ya llegaba la hora en que sus padres vendrían.

Suspiró algo cansado para luego sacarse sus lentes y limpiarlos con un pañuelo, seguro que van a tardar en aparecerse por aquí.

Soltó un bostezo y se recostó sobre la cama tendida mientras abrazaba su mochila.

Todo iba a volver ser igual que antes.

Volver a la misma rutina de siempre...

Sus padres otra vez serían indiferentes, lo mirarían como si fuera lo peor que les pudo haber de pasado... Y talvez tengan la razón.

¿Qué tenía que hacer para ser aceptado?

¿Acaso tenía que hacer algo en primer lugar?

Es que no podía entender...

¿Qué hizo mal?

Cuando intentaba lo que sea para que ellos le presten atención simplemente era ignorado.

Se levantó de su lugar y decidió ver por la única ventana que había, lo malo es que no podía observar bien pues la ventana estaba algo fuera de su alcance o mejor dicho de su estatura.

Parándose de puntillas y con la ayuda de sus tentáculos pudo subirse en el marco de ventana, por poco se cae pero lo tenía controlado.

Aunque talvez debería tener miedo de caerse pues su habitación estaba como en el cuarto piso, pero como si aquello le importará en realidad.

Estando de rodillas y con mano apoyándose en la pared, echó una mirada hacia abajo...

Pues no estaba tan alto como lo había pensado.

Estando tan concentrado en su propio mundo que no escuchó cuando la puerta fue abierta.

Una mariposa que pasaba cerca de la ventana fue lo que hizo salir de su mundo.

Solo atinó a echarse para atrás del susto que le había dado ese insecto.

Qué buen golpe se dio por cierto.

Quedó algo afligido en el suelo mas eso no duró mucho pues alguien agarró su brazo obligándolo que se pusiera de pie.

—Más tonto no puedes ser —Rió aquella persona mientras lo levantaba.

—Hey, no te rías, sé amable —Se quejó el de bufanda roja.

Radier no entendía quiénes eran estas personas.

¿Qué hacían aquí?

—¿Y ustedes son...? —Pregunto algo nervioso, pues la persona que lo ayudó a levantarse le daba palmaditas en su cráneo una y otra vez.

—¡Ya deja de molestarlo! Le voy a decir a mamá.

—¿Qué? Es solo cariñito entre primos.

—¿Están escuchándome? —Habló de nuevo pues hicieron caso omiso a lo que preguntó antes.

—Ya cállate, Raven, él está hablando ¿Qué decías?

—¿Quiénes son ustedes?

—Pues como ya escuchaste —Se puso detrás de Radier y sus manos se colocaron en los hombros de este— Yo soy Raven y el gruñón de allá, es mi hermano Goth.

||Ellos me odian|| «Radier»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora