Eighteen

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No sabía que era lo que más le molestaba, el ardor en su mano o los reproches por parte de Nightmare.

—A la próxima piensa mejor lo que vas a hacer —Dijo mientras pasaba el algodón mojado de alcohol sobre la palma del contrario.

—Sí, ya lo sé —Aclaró impaciente, el contrario se estaba demorando.

—Pues no parece —Dejó a un lado el algodón y tomó de nuevo la mano de Error pues faltaba vendarlo, podría infectarse si no lo hacía.

—¿Qué querías entonces que hiciera? Sabes que bien podría haber...

—Pero no lo hiciste —Mencionó, aunque en verdad dudaba que a Error le importará aquello— Además sería difícil explicarle a Dream el porqué Radier tiene más golpes en su rostro.

—Te recuerdo que Dream todavía no sale del hospital —Sin duda, tener a Lux fue la peor elección que puedo haber escogido el de tiara dorada, o al menos eso pensaba él.

—Entonces podemos preocuparnos de esto luego, hablemos de esto mañana.

—¿Por qué tardaste tanto en venir? —Se atrevió a preguntar— A las ocho se supone que sales del trabajo y ya van a ser las once.

—Mañana es el cumpleaños de Radier ¿Lo recuerdas?

—Sí... ¿Y eso qué?

—Uhg, que Cross me dijo que mi a hermano realmente le gustaría que nosotros nos ocupáramos de eso, por lo menos esta vez.

—Ya... —Se cruzó de brazos al oír aquello, no le gustaba la idea— Eso todavía sigue sin responder mi pregunta.

—Hacer estúpidas fiestas no es lo tuyo ni lo mío, así que salir a pasear por ahí es lo mejor que se me ocurrió —Se dirigió en dirección a Error, quien seguía sentado en una silla— Por eso salí más tarde, tuve que ocuparme de muchas cosas para tener la tarde libre.

—Eso suena muy creíble.

—Porque lo es, que no me creas es tu problema.

No hubo más palabras después eso, Nightmare se fue a revisar si el menor ya se encontraba mejor.

—¿Radier? —Tocó la puerta en espera de una respuesta del mencionado— ¿Estás ahí?

Un profundo silencio invadió el pasillo.

Era extraño, sabes.

Una vez que tienes hijos te acostumbras al constante ruido, a no poder dormir por la noche por el llanto de aquel pequeño, a sus risas y múltiples llamados.

Antes de tocar de nuevo, decidió que lo mejor era abrir la puerta, quizás había ido al baño.

Hace mucho que no entraba a ese cuarto, que con el pasar de los años ha ido cambiando.

Al poner un pie en la habitación lo primero que captó su atención fue el cuerpo recostado en el suelo del menor.

—¿Radier? —Sigiloso se acercó al mencionado, y con su mano lo movió un poco.

No respondió. 

Se arrodilló y con más fuerza zarandeó el pequeño cuerpo de su primogénito.

—Maldita sea, despierta.

Buscaba una razón para que esto pasará, las pastillas quizás, no, no podían ser ellas, si Radier las tomaba desde el año pasado y esto nunca había pasado.

¿Su alma estaba funcionando correctamente?

Se supone que esos problemas ya estaban solucionados, que Radier estaba bien.

—¿Por qué siempre debes ser un inconveniente? —Cargó molesto a su hijo después de tanto tiempo y como pudo salió de la habitación.

||Ellos me odian|| «Radier»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora