Fourteen

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Unos inaudibles murmullos, las pisadas de alguien, ropa arrastrándose, pequeñas risas.

Debajo de las sabanas intentaba conciliar el sueño, mas aquellos ruidos extraños no lo dejaban dormir.

Quería creer que solo era su imaginación, pero ya era la séptima vez del mes en la que volvía a encontrarse en una situación así.

No podía moverse, su respiración era pesada y sus cuencas estaban medio abiertas.

Detestaba estar siempre de esa manera.

Intentaba darse consuelo abrazándose a sí mismo, ni aún así impidió que soltará algunas lágrimas.

Está completamente solo.

Cuando pudo mover sus extremidades, tomó mucho coraje y salió de su cama, de la protección de las sabanas.

No mires a tu alrededor, mantén tu mirada fija a la puerta, no te pongas a temblar.

Su mano estuvo sobre la perilla de la puerta, con prisa la abrió y pudo estar afuera de su habitación; sin embargo, aún no podía estar tranquilo ya que todo estaba oscuro.

Temeroso avanzó por el solitario pasillo.

Ahora que razonaba un poco... ¿A dónde iba exactamente?

No deseaba molestar a sus padres en plena madrugada, quizás se molestarían y no deseaba verlos enojados ahora.

—Uhhmm... —Se encontraba en un dilema, y lo único que podía hacer era quedarse parado en medio del pasillo, muchas ideas no tenía, tapó su rostro con sus manos esperando que amaneciera de una vez.

—¿Qué haces ahí, Radier?

—¿Mamá?

No quiso preguntarle al mayor de por qué estaba despierto a esas horas, solo atinó a darle un abrazo al azabache.

De pequeño casi nunca podía acercarse a su madre, existía un nulo contacto físico entre ellos.

Se cuestionaba si era su culpa que mamá no quisiera ni tomarle la mano.

—Deberías estar en tu cama —Error se tensó un poco por el repentino abrazo, pero igual permaneció como estaba— Radier ¿Me estás escuchando? —Con duda puso su mano sobre el cráneo del menor.

—T-tengo miedo, m-mamá —Sollozó aún abrazando al contrario.

—¿Y? —Pregunto sin saber más que decir, nunca existió un instinto maternal en él, no era capaz de consolar al menor, no servía como mamá.

—¿P-puedo dormir c-contigo y papá?

—Supongo... —Respondió, esperaba que pronto el menor lo soltará.

—¿En serio? —Alzó su rostro sorprendido por lo escuchaba.

—Sí... —Coloco su mano en el hombro del contrario y lo alejó de forma leve.

Error empezó a caminar a su habitación, y Radier lo siguió contento.

La última vez que estuvo en el cuarto de sus padres realmente no podía recordarlo, las discusiones que siempre escuchaba provenían de aquel cuarto, así que ahora ir allá sin que algún grito lo asustará era reconfortante, y más si el mayor estaba a su lado.

—¿Qué hace este niño aquí? —Su papá pregunto al verlo entrar con Error.

—No puede dormir, eh...

El azabache no pudo terminar de  hablar pues Radier se cercó donde su papá descansaba y le dio un gran abrazo, se podía notar la incomodidad de los mayores desde quilómetros por esa acción.

Junto a los mayores se sentía protegido, dormir era más fácil sabiendo que ellos estaban ahí.

Él realmente quería a sus padres.

Algún día... ¿Ellos podrían demostrar que lo quieren también?

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Estoy dudando si esto va a tener un final feliz, ajaja...

||Ellos me odian|| «Radier»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora