Twenty eight

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Y ahí estaba.

Delante de la entrada del colegio.

Muchos niños ingresaban apurados junto a sus padres.

Y él simplemente estaba ahí, a unos metros, observando.

En verdad no deseaba volver al colegio, no hacía nada bien, tampoco es que alguien estuviera feliz de tenerlo ahí, era solitario estar sentado en su lugar sin decir nada o hacer algo.

Ahora que recuerda, Andrew solía estar así, hasta que formó amistad con otros niños y empezaron a molestarlo.

Era injusto, él también quería tener amigos, alguien con quien pasar el rato, divertirse, y contarse cosas.

Al final, la idea de su tío Dream de tener un hermano no parecía tan mala ahora.

Aunque para eso sus padres debían estar juntos y eso creo que era imposible en estos momentos.

Todos están tan deprimidos, tan tristes.

Él intentaba que aquello no le afectará, pues su sonrisa por lo menos debía mantener un poco.

De tanto pensar no se dio cuenta que ya iban a cerrar la entrada, las clases iban a empezar.

Por mucho que buscó una excusa para faltar este día, su padre lo obligó a regañadientes a ir sin decir nada.

Miró a su adelante y empezó a caminar pero a unos pasos se detuvo al ver una mariposa en su camino.

Casi se cae del susto, por suerte solo terminó tapándose su rostro con sus manos y retroceder.

Pero la suerte se esfumó y la mariposa de ensañó con él y terminó volando a su alrededor.

—¡Ay, no! ¡Vete!

¿Cómo es que alguien no le gustarán las mariposas?

Sí ellas son hermosas, bueno, para todos menos para Radier.

Sus alas son tan grandes que lo espantan con solo verlas cerca suyo.

Miró a todos lados y corrió a cualquier lugar para escapar de esa cosa.

Hasta la próxima, colegio, lo sentía mucho pero no iba a entrar.

Él solo quería escapar, alejarse lo más posible de todos los sentimientos negativos que parecían perseguirlo siempre, tomó de excusa esa mariposa y se alejó del lugar lo más rápido posible.

Mientras corría no podía evitar reír y sentir la emoción por primera vez en su vida.

Siempre estar encerrado dentro de cuatro paredes le aburría pero no podía reclamar pues sus padres le miraban mal cuando decía que le gustaría salir a jugar afuera.

Mas ahora no había nadie para decirle algo.

De tanto correr, disminuyó su paso y se agachó en el suelo para recuperar aliento. Una vez que lo hizo, se paró y solo caminó lentamente, había llegado a un parque, por alguna razón le parecía conocido.

Tomó asiento en una banca para descansar.

Sería un problema regresar a casa luego, ellos se molestarían con él, o quizás no les importe.

Bostezó y cerró sus cuencas.

Se meció de forma leve y sintió la calidez del sol de la mañana.

Usualmente en las clases no le permitían dormir, pues, ya sabes, el colegio no es para eso, se supone que debes estudiar.

Uhmm, pero no podía evitarlo...



































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Desde que le dieron el alta a Radier del hospital, las noches parecían interminables tanto para Error y Nightmare, el menor nunca podía llegar a conciliar el sueño.

Pataleaba y lloraba en todo momento, algunas veces miraba al techo fijamente y se ponía a balbucear.

Error solo lo observaba cansado y ponía su mano en el pecho del pequeño en un intento de arrullarlo, mientras Nightmare estaba parado junto a la ventana viendo las solitarias calles.

Gracias al constante llanto en todas las noche sin excepción, Radier ya no dormía en su cuna y se la pasaba en la cama de sus padres.

—¿Qué tanto miras? —Nightmare se acercó molesto a su primogénito y le tapó sus cuencas para que dejará de de mirar a quién sabe dónde— Estúpido niño.

Salió a ti ¿Qué esperabas? —Se acomodó mejor entre las sábanas y apartó su mano del menor para contener su bostezo con esta.

Pronto se dieron cuenta que no había ruido.

—¿Se durmió?

—Creo que sí...

Error salió con cuidado de la cama y Nightmare levantó su mano despacio.

Dormir en el suelo no parecía tan mala idea.

Buenas noches, Radier.

||Ellos me odian|| «Radier»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora