Twenty three

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¿Acaso el cielo siempre fue así de gris?

Pues al parecer sí, solo que no se había dado cuenta hasta ahora.

Serían las cinco de la tarde cuando despertó luego de un pequeña siesta, a su lado estaba su marioneta con la cual estaba jugando antes de caer dormido.

No quería salir de su habitación, su madre seguro estaría ahí afuera... y no tenía muchas ganas de estar en frente del mayor.

Estaba muy aburrido.

Ya iba un día en su nuevo colegio y realmente era lo mismo que antes, nadie hablaba con él, simplemente lo miraban como si fuera un bicho raro, quizás lo era, quién sabe.

Pronto recordó que al lado suyo, además de su marioneta, estaba el celular de su mamá, lo había tomado cuando este andaba distraído.

Necesitaba hablar con alguien, se sentía muy solo.

—Hola...

—¿Radier?

—Sí, soy yo...

Silencio.

—¿Pasa algo?

—No sé... —Miró hacia abajo— ¿Tú sabes algo, tío Dream?

Otra vez silencio.

Dejó caer el celular y pudo ver su imagen en la pantalla.

Dirigió su vista a la marioneta, la agarró, y estuvo mirándola unos minutos.

Con solo jalar un poco la tela, la marioneta quedó algo dañada.

Qué fragilidad...

Al final terminó rompiendo lo que tenía en sus manos, hasta que escuchó algunos murmullos de la planta abajo, los cuales poco a poco se oían más claros.

¿Había visitas?

Nadie le dijo nada, así que por mera curiosidad abrió la puerta y salió a ver quién era.

Sin embargo, ya en las escaleras le dio temor seguir bajando, así solo echo un vistazo rápido, solo uno y volvería a su cuarto.









Sea quien sea, se estaba acercando, solo alcanzó a ver algo rojo, luego solo salió disparatado de ahí antes de que se dieran cuenta de su presencia.

Una vez dentro de su cuarto, su cuerpo se fue deslizando por puerta hasta llegar al suelo.

Era extraño...

En su rostro ya no había una leve sonrisa siquiera.

Tanto tiempo soportando, intentando y...

¿Así... se sentía la verdadera tristeza?

Sacó la maltratada marioneta de su bolsillo y dejó que sus lágrimas cayeran en ella mientras apoyaba su rostro sobre el objeto en un intento de parar su sollozo.

Todo quedó destruido en tan poco tiempo y él siendo un niño tan inútil no podía hacer nada para arreglarlo.

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||Ellos me odian|| «Radier»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora