Thirty three

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Existe el miedo.

Existe la tristeza.

Duele respirar.

Hasta caminar.

Te tambaleas y caes.

Alguien viene para levantarte o simplemente nadie lo hace.

En ciertas ocasiones...

Hay lágrimas de por medio y no hay posibilidad de hacerlas parar.

Una persona te lastima.

Y eso duele.

Te echan la culpa de algo que ni siquiera tenías idea.

Y también duele.

Rojo.

El color rojo le dio terror tanto mamá y a papá aquel día.

Pero no lo entendía.

¿Acaso no deseaban que pasará eso?

¿Acaso no deseaban que pasará eso?

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Era de noche y la oscuridad consumía esa habitación.

No recordaba muy bien lo que había pasado, su mente estaba aturdida, no podía pensar con claridad.

Intentó levantarse de la cama, mas solo se recargó con sus brazos sobre las sábanas.

Está sensación le parecía familiar.

Su cuerpo tan débil e indefenso, su respiración entrecortada además de los mareos.

Soltó un gran suspiro a pesar de lo mucho que dolió hacerlo.

Una pequeña opresión sintió en su alma y eso lo asustó.

Quería irse de ahí.

Hizo a un lado las sábanas blancas y con dificultad puso un pie en el suelo. Terminó cayéndose y dándose un fuerte golpe contra el piso.

Le dio igual el impacto y se encogió ahí, se quitó lo que había en su boca y los tubos de sus brazos.

Por el ruido que provocaba, produjo que una enfermera viniera y lo volvería a colocar en la cama.

Él quiso separarse, que lo dejará en paz.

Mas la chica lo abrazó y lo arrullo tal como un bebé, era normal que esté asustado pero debía calmarse.

Una vez que estuvo más tranquilo, la señorita de blanco le dijo que iba a avisar a sus familiares de que ya había despertado.

Él solo asintió y así la mayor se retiró.

Cerró sus cuencas, mientras buscaba en su mente algún recuerdo claro que le respondiera del porqué estaba en el hospital.

Hurgó en lo más profundo pero un dolor de cabeza intervino de repente.

Al final, aunque fuera fugazmente, recordó que algo lo golpeó.

Un carro con un conductor distraído.

Sí que tenía mala suerte.

Pero, quizás...

Eso terminó ayudándolo para que sus padres supieran dónde está.

Espera, eso no tiene sentido, talvez...

No lo sabía, pero alguien lo ayudó sin siquiera él saberlo, por lo menos aún no lo sabía.

Se quedó dormido luego de tanto pensar.

A la mañana siguiente, sus padres no vinieron.

En verdad... eso no le sorprendió.

Ellos seguro están ocupados en otras cosas más importantes como para preocuparse en él.

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Pensaba terminar esto en el próximo capítulo.

¡Pero!

Cambio de planes.

Quizás haya 5 capítulos más antes del final.

Y como ya está próximo a finalizar la historia, pueden dejar sus dudas para que en los siguientes capítulos se vayan aclarando y así no dejar ningún cabo suelto.

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||Ellos me odian|| «Radier»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora