Capítulo XXXI

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Un grito salió de la boca de Luna, pero, justo como le dijo Neville, no se movió y se quedó en el mismo lugar. Por un momento creyó que nada de esto era real, que aún estaba durmiendo, pero no era así. El chico que amaba estaba muerto. No tenía sentido detener las lágrimas, era imposible. Luna lo observó una vez más, podía ver una lágrima en su mejilla, sus ojos perdidos y su boca semiabierta. Sus ojos ya no tenían aquel brillo especial que la hacía sentir tranquila.

La chica rubia sabía muy bien que estaba pasando, pero no lo quería aceptar, seguía jurándose que era todo un sueño. Pero tanto el dolor como la muerte del chico eran reales. El dolor en el pecho y el nudo en la garganta lo dejaban muy claro.

Él había dado la vida por ella.

Pero ella no estaba de acuerdo, ella nunca había accedido a esto.

Era injusto.

Hermione se arrodilló junto a Neville y cerró sus ojos, después de todo, esto era su culpa. Las lágrimas también se escaparon de sus ojos, Neville también era su amigo, uno de los mejores.

La chica castaña pudo ver por el rabillo de su ojo otra luz verde y, por un momento, pudo jurar que la luz iba hacia ella, pero no fue así, la luz chocó contra el cuerpo del mortífago y cayó al suelo casi de la misma manera de la que cayó Neville.

El sonido repetitivo de unos tacones retumbaron en el calabozo, era obviamente una mujer.

Bellatrix Lestrange.

—Vaya, buena puntería, ¿no es así?

Luna se levantó del suelo y recogió la varita que tenía Neville, se acercó bruscamente a Bellatrix, como si quisiera amenazarla, pero Hermione la detuvo.

—Detente —Bellatrix rió por lo bajo—. Supongo que trata de ayudarnos.

—Eso hago, pero si no calmas a tu gran amiga no lo haré más.

—¿Lo ves? Calmate, haremos lo posible para... Tu sabes.

—Tú, chica, como te llames, ven —llamó Bellatrix, ambas giraron la cabeza—. La sangre sucia.

Hermione dió un gran suspiro y se acercó a la bruja.

—Draco viene en camino, pero, en nuestra charla de ayer, me dejo muy en claro que no quería que nadie supiera que estabas aquí —le susurró mientras la castaña asentía con la cabeza—. Esto que pasó aquí, nunca pasó.

—¿Y Neville?

—La rubia y el cuerpo desapareceran, yo me encargo de eso, no te preocupes.

¿Bellatrix Lestrange estaba ayudando a Hermione Granger?

—No les haga daño.

—No lo haré, he prometido algo y no pienso arruinarlo —su mirada era desafiante, lo que sea que hubiera prometido era importante—. Ahora quítate, los llevaré a un lugar seguro. Cuando Draco venga, dile que ya cumplí y es su turno. Y tira a ese idiota al fondo.

Bellatrix se hizo paso mientras abría la reja y pasó al lado de Hermione.

Se acercó a Luna, pero la rubia aún no confiaba en ella.

—Esta bien, Luna, te prometo que no pasará nada malo. Ella te sacará de aquí.

Luna tomó la mano de Bellatrix y con su brazo rodeó a Neville hasta tenerlo bien sujetado.

Y habían desaparecido.

Hermione tomó al mortífago por los pies y lo arrastró hasta el fondo del calabozo, donde la luz no llegaba, cuando volvía caminando encontró la varita que tenía Neville. La recogió lentamente y la guardó en su bolsillo.

Fueron eternos los minutos que tuvo que esperar para que Draco llegara pero finalmente lo hizo, llevaba con él mucha fruta y un vaso con jugo en una bandeja de plata.

—¿Hermione? ¿Estás ahí? —preguntó preocupado al ver la puerta abierta.

—Estas aquí, al fin estas aquí —sus ojos se llenaron de lágrimas que nunca salieron, por Merlín que lo había extrañado.

—¿Estás bien?

—Mucho mejor ahora que estás de vuelta.

Hermione quería lanzarse a sus brazos pero se le hacía imposible por las cosas que llevaba Draco en las manos.

Las cosas se ponían cada vez más difíciles.

La tensión se sentía en el aire, Ron no era capaz de decir alguna palabra, no podía dejar de pensar en Hermione, pero no quería eso más, debía hacer algo rápido.

—Escúchame, tengo algo muy importante que decirte.

—Vas a terminar conmigo, ¿cierto? —su rostro hizo una extraña mueca, como si le doliera el estómago.

—¿Qué?

—No hagas como si no entendieras nada, es el típico "Tenemos que hablar", se lo que sigue, "No eres tu, soy yo", "Nada es como antes", "Deberíamos darnos un tiempo".

—No es eso, Lavender, no quiero terminar contigo.

Y eso fue lo mejor que le habían dicho en la vida, tal vez Ron correspondía sus sentimientos.

—¿No? ¿Entonces de que quieres hablarme? —trató de eclipsar el alivio y la felicidad que sentía, casi lo lograba.

—Es sobre Hermione.

—¿Qué tiene ella? —y la ira había vuelto.

—Quiero dejar en claro que yo no siento nada por ella, ya no. Te amo a ti, es solo que...

—¿Es sólo que qué?

—No puedo evitar sentir algo dentro de mi cuando la veo con Draco, es como dentro de mi que me dice que eso no funcionará y que le hará daño —Ron estaba tratando de poner todas sus cartas sobre la mesa, pero no estaba seguro si era lo mejor, conociendo a su novia.

Lavender sentía una extraña combinación de alivio, felicidad y enojo.

Ron trataba de proteger a Hermione pero ¿de qué, exactamente? Si ella estaba con Draco era porque ella estaba completamente de acuerdo. Por una parte lo veía lógico, Ron la amaba como a su hermana y la protegía del mismo modo, incluso peleaban del mismo modo. Pero eso era demasiado.

Por dentro se decía a si misma que debía dejar de preocuparse por eso, él lo hacía por algo. Y si esa era un paso para poder ser felices los dos, estaba dispuesta a darlo, junto a él.

A un Paso del Amor -EDITANDO-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora