A un Paso del Amor -EDITANDO-

Capítulo XXXV

Dumbledore se alejó lentamente de Bellatrix, habían hecho un trato, muy justo, según él. La bruja llevaría a Luna y al cuerpo de Neville a Hogwarts y Dumbledore haría lo que Bellatrix más deseaba. Dumbledore había desaparecido, debía ir a la Mansión Malfoy, rápido.

Mientras tanto, Bellatrix llevó a Luna y a su novio a el castillo, no iba a ser sencillo, pero valdría la pena.

Por alguna razón podía aparecer y desaparecer a su antojo en los terrenos.

Bellatrix llevó a el cuerpo de Neville a la enfermería, pero antes debía hablar con Madam Pomfrey, ella debía soportarlo. Luna, que parecía estar en su mundo, caminó lentamente a las escaleras, la bruja morena la observó, Luna seguía subiendo sin saber a donde ir.

Recordó las veces que tuvo a Neville tan cerca pero a la vez tan lejos. Y lo tonta que fue al nunca acercarse a él antes. Y pensó lo injusto que era tenerlo por un momento y perderlo todo por completo de un instante a otro.

Recordó el alivió que sintió al verlo cerca, las sonrisas que le sacaba con las tonterías que decía, la forma en que la protegía, como la quería, como la trataba. Y todo eso la hacía sentir mucho peor. Perdida en su mundo llegó a la Torre de Astronomía. Observó todo, no había nadie cerca, realmente no había nadie, de seguro estaban escondidos o descansando, nadie sabe.

Estaba tan cerca de tocar el cielo, pero tan lejos.

Pensó en Neville, en Ginny, en sus amigos. A pesar de que la molestaban, podía llamarles amigos. Sentía que podía hacer cualquier cosa, gritar, saltar, correr, cantar, volar.

Pero eso no era del todo cierto.

Abrió los brazos, como un pajaro queriendo volar, el aire le pegaba en la cara, su cabello rubio se movía a un ritmo lento, ¿qué podía salir mal?.

Dió un paso hacia la nada y la gravedad actuó sobre ella, el viento ahora movía su cabello violentamente y no se quedaba quieto.

Pero se detuvo, todo se calmó, no sentía más dolor, no se preocupaba por nada, todo iba a estar bien.

Estaba mejor ahora. Estaba junto a él.

☀

Dumbledore llegó a la Mansión Malfoy, estaba en la misma habitación que el Señor Tenebroso, pero nadie lo había notado. Lord Voldemort se levantó de su asiento y caminó tranquilamente mientras los demás mortífagos lo seguían. Era el momento de actuar.

—Desmaius —susurró en dirección a Voldemort, lo cual hizo que cayera al suelo, esto no era real, era más fácil de lo que habían imaginado.

Muchos rayos de colores salieron disparados hacía Dumbledore, pero milagrosamente los esquivó todos.

—Tengo algo muy importante que decirles.

—¿A si? ¿Qué podría ser? ¿Qué estás apunto de morir? —dijo Crabbe mientras trataba de lanzar otro hechizo.

—Tengo un trato. Su amo no despertará aún y tengo entendido que a la mayoría no le gustaría estar aquí.

—¿Y que tipo de trato es ese? —preguntó algún mortífago del fondo.

—Necesito que todos salgamos de aquí ahora. Cuando Voldemort despierte estará furioso.

Y así lo hicieron todos.

Voldemort se levantó del suelo al cabo de diez minutos y, como lo había dicho Dumbledore, estaba más que furioso.

Corrió hasta salir de la habitación y se topó con una escena algo peculiar, habían muchos niñitos en la sala.

—¿Qué están haciendo ustedes? —gritó con voz clara, todos quedaron estupefactos.

—Mi amo —comenzó Lucius, pero Voldemort lo lanzó a un lado con un movimiento de varita.

Hermione no se movió de donde estaba, justo en frente de Voldemort pero a unos quince metros de distancia.

—¿Que tenemos aquí? ¿Una sangre sucia?

Draco tomó la capa de invisibilidad y la lanzó sobre Oliver, la capa tambien tapó a las otras dos chicas que estaban con él.

Dumbledore apareció por la puerta otra vez, pero ahora tenía a su propio ejército. Los mortífagos habían aceptado el trato.

—¿Ustedes están contra mi? —gritó otra vez— No lo creo. ¡Avada Kedavra!

Goyle cayó al suelo y así abandonó la vida de los mortales.

—Ahora —dijo Dumbledore con voz calmada.

Otros hechizos volaron por el aire, algunos pasaban justo al lado de Voldemort, pero ninguno le daba.

Voldemort también gritaba muchos hechizos diversos. Uno le dió a Harry, pero este sólo quedo desmayado.

Se giró y vió a Draco, que protegía a Hermione.

—Tú proteges a un sangre sucia, cometes un grave error —Draco lanzó a Hermione al suelo y sólo así estaría a salvo.

—¿Que harás conmigo?

—Puedo hacer muchas cosas y lo sabes.

Voldemort sonrió de una forma anti-natural y levantó la varita.

—¡Sectumsempra! —gritó tanto como su voz le permitió, el rayo estuvo a punto de darle a Draco, pero no fue así.

Algo se interpuso en su paso.

Alguien.

Hermione cayó al suelo de espaldas por el impulso del golpe. La sangre salía de su pecho sin parar.

Draco comenzó a llorar mientras trataba de hacer algo.

Voldemort rió tan fuerte que lo podía escuchar Merlín.

—Nunca sabrás lo que el verdadero amor, no tienes perdón. Pero yo sé de alguien que te haría cambiar. ¿Están listos?

Los demás mortífagos asintieron, y dijeron al unísono; —Obliviate.

Voldemort dejó caer su varita. Estaba funcionando tal y como lo planeó Bellatrix, la antes mencionada entró por la puerta y se unió a los demás mortífagos.

Ya estaba hecho.

Hermione sonrió al recordar tantas cosas, todo volvía a su mente. Su infancia, sus días en el colegio, cuando recibió su carta, el día que abordó por primera vez el Expreso de Hogwarts.

Volteó a ver a sus amigos, todos estaban junto a ella, estaban llorando.

Pero no entendía el por qué, ella se sentía bien.

Vió a Harry, que había reaccionado muchísimio antes de lo normal, y le dijo cuanto lo apreciaba y lo amaba. Continuó con Ron, también le dijo que lo amaba. Se despidió de Ginny y Lavender, así como de Oliver.

Pero cuando miró a Draco, no supo que hacer, realmente no quería despedirse de él.

Pero debía hacerlo.

Apretó su mano y sus pulmones recibieron oxígeno por última vez, su corazón bombeó las últimas gotas de sangre, sus ojos vieron los últimos segundos de vida que le quedaban.

—Te amo, Hermione, lo siento mucho —fueron las últimas palabras que escuchó antes de caer en el sueño eterno que la llevó a la paz.