Capítulo XXXII

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Luna Lovegood estaba más que devastada, no sabía exactamente que hacer ni a dónde ir, ya que se encontraba en las afueras de la mansión Malfoy. Bellatrix necesitaba indicaciones, un lugar seguro a donde ir, pero no tenía a donde. El castillo no era una opción, ni su propia casa, podría pedirle a Bellatrix que la llevara a algún lugar cercano al castillo, pero no era fácil si debía movilizar sola el cuerpo de Neville. Y Bellatrix no podía sólo llegar y aparecerse por ahí con un cadáver.

—Niñita, ¿que harás? No tengo tu tiempo.

—Escuche, ésto no es fácil, no tengo a donde ir y no puedo ir por ahí con Neville así —Luna trataba de pensar pero Bellatrix realmente no la dejaba.

—¿Por qué no vas a tu casa?

—Mi padre explotaría si ve a Neville así —Luna trató de continuar pero un nudo se formó en su garganta.

—Oh por favor, eso es lo de menos, vámonos.

—No —le contestó rapidamente y soltaba su agarre.

—¿¡Qué!?

—Llévame a el número 12 de Grimmauld Place. Yo se que hacer —dijo finalmente decidida, ya había escuchado de ese lugar antes, sabía que ahí tendría todo lo que necesitaba.

Bellatrix obedeció y junto a Luna y el cuerpo de Neville, desaparecieron del frío lugar y llegaron a alguna habitación de Grimmauld Place, todo estaba silencioso, no había absolutamente nadie, ni siquiera Kreacher, el elfo doméstico del que le habló Neville. De alguna manera, Neville sabía mucho y ahora lo sabía Luna.

Luna logró conseguir Polvos Flú rapidamente y buscó la chimenea más cercana, los lanzó y automáticamente se puso en contacto con Dumbledore, el anciano quedó sorprendido al ver su rostro con una mirada de preocupación y miedo en las llamas.

—¿Luna Lovegood? ¿Donde demonios te has metido? ¿Estas en Grimmauld Place? ¿Como llegaste ahí? —Dumbledore quería seguir haciendo preguntas, pero se le hacía imposible con las diversas palabras que le llegaban a la mente y los diferentes escenarios en los que podría estar la alumna de su colegio.

—Profesor, usted tiene muchas preguntas que hacer y yo muchas por contestar, si pudiera venir acá o yo ir allá seria completamente perfecto.

Hermione trató de buscar las mejores palabras para poder explicarle a Draco que en serio quería irse de ese lugar, pero no había nada que pudiera hacer para dejar de vivir ese infierno.

Por una parte no era tan malo, estaba con Draco y eso la hacía feliz. Pero por el otro lado, extrañaba a sus amigos, quería estar con ellos, sentir el cariño y apoyo que sólo ellos podrían darle. Pero eso era lo que había y debía conformarse con eso.

Draco puso la bandeja en el suelo y tomó un poco del jugo de Hermione, tenía un plan.

—Saldremos de aquí —le dijo mientras recordaba todo lo que había ensayado la noche anterior—. No sé como, pero lo haremos. No te puedes quedar aquí, es demasiado peligroso, lo que menos deseo ahora es perderte.

—Pero... —Hermione espero a que Draco la detuviera y la callara, pero eso nunca pasó— Honestamente, sí quiero salir de aquí.

—Prepara tus cosas. Nos vamos ahora mismo.

—¿Cosas? —preguntó rapidamente.

—Bueno, sólo vámonos... Espera, ¿Bellatrix dijo algo? —preguntó mientras recordaba su charla del día anterior con su tía.

—Oh, sí, dijo algo como que su trabajo estaba hecho y que es tu turno.

—A ella no se le salta nada. Vamonos ya —Draco la tomó de la mano para salir de ese oscuro lugar.

—Una cosa más —lo detuvo y se quedó aún pensando en que iba a decir exactamente.

—¿Que pasa? —él pensó en cualquier cosa, Bellatrix había llegado primero que él y nadie sabe realmente que podría hacer esa mujer por hacer a las personas sufrir.

—Hay algo, o más bien, alguien allá —dijo dudosa mientras señalaba el fondo del calabozo.

—¿Umbridge?

Draco giró la cabeza y trató de ver algo, pero no pudo, había demasiada oscuridad a pesar de ser de día, descartó la idea de Umbridge, el rosa podía notarse desde donde estaba, pero en este caso no veía nada.

—Lumos —susurró en cuantro sacó su varita.

Entonces vió el cuerpo.

—Déjalo ahí, es sólo un desperdicio de vida —dijo finalmente con una expresión de asco.

—Él mató a Neville —susurró Hermione cuando estaban saliendo del calabozo y en su voz se pudo escuchar un pequeño toque de tristeza mezclado con nostalgia.

Pero ninguno de los dos recordaba a la otra persona que se encontraba escondida en ese calabozo.

El ambiente en la Sala Común de Gryffindor estaba completa y extraordinariamente normal, nadie estaba peleando o gritando. Ginny y Harry no habían peleado, Ron y Lavender se habían reconciliado.

Era por la ausencia de Hermione.

Estaban tan ocupados pensando en distintas maneras de reencontrarse con Hermione y rescatarla, ninguna excepto una parecía funcionar.

—Insisto en que deberíamos ir —dijo Ginny por enésima vez.

—¿Sabes cuán peligroso es?

—Lo sé, es un riesgo que estoy dispuesta a tomar por Hermione, ¿ustedes no?

—También queremos a Hermione de vuelta, pero no es tan fácil como parece —dijo Ron, esta vez ya no tenía miedo por cual sería la reacción de su novia, todo estaba resuelto y había quedado muy en claro.

—Por Merlín, ustedes están siendo muy hipócritas en este momento —soltó finalmente la pelirroja—, dicen estar buscando buenos planes pero saben qu eno hay otra salido. Saben que ir hasta allá es la única manera y no quieren. Pero, ¿saben qué? No me interesa, yo iré quieran o no.

—Yo iré contigo —dijo Lavender mientras se ponía de pie. Todos se sorprendieron.

—Al fin alguien me hace caso.

Ginny tomó la mano de Lavender y caminaron hasta las escaleras que conducían a su habitación, pero nadie se dió cuenta de que cambiaron la dirección y las escaleras no las llevaban a la habitación de las chicas.

Harry y Ron estaban tan seguros de que las chicas no se atreverían a ir solas como estaban seguros de que el cielo era azul.

Ginny apareció con un poco de los Polvos Flú de Ron escondido en su puño y se paró frente a la chimenea.

—Ginny, ésto no es un juego, debemos pensar en algo que funcione y no corramos ningun riesgo —pero era tarde, Ginny había arrogado los polvos a la chimena y gritó con voz fuerte mientras entraba a las llamas verdes; —¡Mansión Malfoy!

Lavender hizo exactamente y desaparecieron de la Sala Común, dejando a Ron y Harry como unos idiotas al no darse cuenta de lo que sería capaz una pequeña pelirroja por su mejor amiga. Ron corrió hasta su habitación tropezando en las escaleras y notó que ya no habían más polvos.

No podían hacer nada.

A un Paso del Amor -EDITANDO-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora