Capítulo 32. El viaje

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Y llegó el gran día. ¿Estaba emocionada? Mucho, porque quería que Aron conociera el lugar donde he sido inmensamente feliz estos tres últimos años, pero algo nerviosa por lo que pudiera pasar con Javier y algo decepcionada con la idea de que Nat fuera a contarle a Logan lo de su embarazo sin estar yo presente. Ya me puedo imaginar al rubio gritando y corriendo la voz de que sería tío.

La despedida no había sido gran cosa porque en poco regresaríamos a Seattle, así que Kate y Victoria vinieron a casa a despedirnos junto a mis padres, hermano y cuñada y ni siquiera nos acompañaron al aeropuerto, por lo que tuvimos que llamar a un taxi para que nos llevara. No es que nuestras familias no quisieran, simplemente tenían bastantes cosas que hacer y a nosotros no nos importaba.

El viaje había sido un caos. Después de que casi pierdo mi maleta, a Aron se le parte la pantalla del móvil por ir todo el viaje sentado encima y un niño se nos sienta detrás acribillándonos a patadas.

Íbamos arrastrando la maleta deseando ver al abuelo, y supe que todo lo que hemos pasado, mereció la pena, cuando lo veo con sus gafas de sol y su chaleco esperando por nosotros en la salida. Nunca lo había extrañado tanto como esta última vez. Me encantaba tenerlo cerca porque era la única persona que me hacía reír a carcajadas con cualquier tontería que soltara por la boca.

Me acerqué a él corriendo como una desesperada, y tirando mi bolso a un lado, lo abracé y me agarró en brazos.

-soltó una carcajada- Cariño, cuidado, vas a acabar con este pobre viejo.

-¡Te echado mucho de menos! –cerré los ojos y suspiré-

-Yo también –se apartó y me agarró la cara- Aquí se te echa realmente de menos –miró detrás mía y sonrió- Aron, querido ¿Cómo te va? -le ofreció su mano-

-mi chico sonrió y le dio un fuerte apretón- Muy bien, Patrick. Aunque un poco cansado.

-Eso a mí no me vale de nada –dijo mi abuelo subiendo las maletas al coche- Prepárate porque te espera un día largo.

-Olvidaba que tienes más vitalidad que nosotros, Nono –sonrió-

-sonrió- Echaba de menos ese mote.

Mi chico sonrió y nos montamos en el coche rumbo a casa.

Aron.

Mediante el tiempo pasa y tengo a Megan al lado, me doy cuenta de cómo pude ser tan imbécil de no haber estado con ella antes.
Ahora estoy en ese punto de mi vida en el que me da miedo que todo me vaya tan bien, y puede ser que sea porque estos últimos años habían sido una autentica mierda, y no solo porque ella hubiera estado lejos, si no porque la enfermedad de mi madre, la muerte de mi padre y la huida de mi hermana, habían acabado con mis ganas de seguir adelante.

Mamá siempre nos decía a Victoria y a mi, que nuestra felicidad no podía depender de las personas, que debíamos querernos a nosotros mismos por sobre todas las cosas y que de nosotros dependía ser felices, pero me di cuenta que completo y feliz me sentía con esa chica que me había acompañado durante toda mi vida, que me había cortado los cables de la play porque su hermano y yo no la dejábamos jugar, que se quedaba conmigo viendo películas hasta la madrugada mientras comíamos palomitas y jugábamos a hacer guerra de almohadas…

No es que esté dando la mejor lección de vida del mundo, ya que mi madre tiene razón, y la felicidad empieza cuando uno se antepone a cualquier cosa, pero cuando una persona encaja tanto contigo, y te hace ver la vida de manera tan maravillosa, te das cuenta que quizás para empezar a quererse y ser feliz hay que aprender a querer y hacer feliz a otro, por eso yo ahora que se que estoy haciendo las cosas bien, es cuando me doy cuenta de lo que valgo, de todo lo que soy capaz de dar, porque antes había sido un egoísta que solo pensaba en acostarse con un millón de tías, y por el miedo al que dirán tardé tanto en estar con la chica a la que llevo queriendo desde que tenía diez años. Y así estaba claro que no podía estar bien.

VAS A QUEDARTE. Terminada (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora