Megan ¡Necesito irme de aquí ya! -gritó, haciendo aspavientos con las manos-
-Papá, cálmate. Van a hacerte pruebas. Cuando estés recuperado y bien del todo, nos iremos. Primero hay que asegurarse de que no hay ningún problema -suspiré y miré a mi madre-
-Patrick, deja de comportarte como si tuvieras diez años. Acabas de desperar de un coma, por favor -bufó y se dejó caer en el sillón-
Mi hermano y yo como de costumbre habíamos entrado para descansar en los sillones de la habitación donde se encontraba mi padre. Yo había estado hablando con mi jefa, que me había llamado para preguntarme que tal todo y avisando de que no me preocupara, que no había problema en que me incorporara en una semana. Mi hermano estaba sentado al lado de mi padre con su mano agarrada, cuando empezó a notar que los dedos de este se movían. Al principio pensé que se había confundido, pero cuando mi padre abrió los ojos, llamamos a la enfermera de inmediato y corrimos a avisar a mi madre.
Primero fue un shock, no hacía ni dos días que había pasado todo y pensábamos que la recuperación iba a ser más lenta, pero no fue así. Después de varias pruebas y de que descartaran cualquier tipo de secuela, mi padre estaba más que bien y dando guerra. Ahora debía estar unas horas en observación. Todavía quedaban algunos chequeos que hacer y había que esperar unos días más para darle el alta.
-No puedo estar más tiempo aquí Annie. ¿Cuánto ha pasado? ¿Una semana?
-Dos días y medio, papá -contestó John con una sonrisa-
-Me da lo mismo, quiero salir de aquí. Necesito incorporarme al trabajo.
Mi madre rodó los ojos y agarró su bolso.
Al principio, había estado un buen rato llorando. Había sido una alegría que despertara, pero estaba inquieta al no saber que podría llegar a causarle el accidente. Por suerte todo estaba bien, tan bien, que mi padre parecía estar más vivo que nunca.
-Hija voy a por una tila, este hombre va a acabar con mi paciencia.
-reí-Está bien mamá, no te preocupes.
Salió por la puerta de la habitación, dejándonos a mi hermano y a mí solos con mi padre, que ahora parecía que se había calmado y miraba a un punto fijo del suelo.
Me acerqué lentamente a un extremo de la cama y le agarré la mano. Siguió con la mirada perdida, pero sonrió y tragó saliva.
-¿Cómo te sientes? -pregunté-
-No lo sé -echó la cabeza hacia atrás-
-Papá yo... -intervino mi hermano-
-John, calla...Olvídalo, hijo.
-Pero...
-John... -lo miró fijamente- No has tenido la culpa de nada. Aquí el único culpable he sido yo por no tener precaución...-remojó sus labios- Hijo, no soy quien para decidir por ti.
-agachó la cabeza- Yo solo quería que entendieras que tu mundo no es mi mundo. A Megan la dejaste marcharse con dieciocho años, papá, y a mi hermano y a mí quisiste manejarnos. Sé que no es momento de echar en cara nada, pero entiende que quiero hacer otra cosa con mi vida.
-¿El que?
-Quiero estudiar filología francesa.
Mi padre alzó las cejas y me miró, mientras, yo sonreía orgullosa mirando a mi hermano.
Siempre fue su ilusión, y se le daba bastante bien el idioma, así que cuando me comentó que pensaba estudiar eso, pensé que llegaría lejos.
-¿Y con la carrera que tienes empezada? Pensaba que la habías escogido para trabajar en la empresa.
ESTÁS LEYENDO
VAS A QUEDARTE. Terminada (Editando)
Novela Juvenil"Tuve miedo porque nunca pude reemplazarte, por eso supe que a nuestra historia le hacía falta una segunda parte" El tiempo fue el único que sanó el corazón de Megan, un corazón que tras el rechazo de Aron, quedó destrozado. La distancia marcó sus...