Capítulo 13. Girando

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Aron.

Nadie sabe lo que esperaba que esto pasara.

Mi lengua y la suya jugaban entre sí mientras mi corazón latía con fuerza contra mi pecho. Podía sentir su respiración era entrecortada y eso me ponía aún peor. Pensé que no me iba a corresponder el beso y que se apartaría, pero su cuerpo se pegaba al mío buscando más. Esto se sentía jodidamente bien y no quería apartarme de su boca. No quería que este momento acabara jamás. 

Mis manos recorrieron su cintura hasta llegar a su trasero, y lo apreté con fuerza robándole un jadeo. Mis mejillas se encendieron y sus manos se enredaron en mi pelo alborotándolo aun más.

Nos separamos para coger aire y ella miró mis labios. Yo puse mi frente apoyada en la suya y cerré los ojos embriagado por su olor y el momento. Quería quedarme allí toda la vida, solo con ella, porque nunca había sentido algo parecido a lo que sentí cuando nuestros labios se unieron.

Después de unos segundos, se alejó de mí y su respiración ya iba más calmada, pero sentía como el corazón se le iba a salir del pecho, y eso me volvía loco. Sus ojos abandonaron los míos y sin decir nada se metió en su casa.

Llegué a casa preocupado. No sabía como iba a reaccionar Megan la próxima vez que nos viéramos, y pensé en llamarla y hablar del tema pero me parecía demasiado pronto.

Entré a mi habitación y comencé a quitarme la ropa, me dí una ducha rápida y me tumbé en la cama mirando al techo como si eso me fuera a dar la solución a todo lo que pasaba por mi cabeza. Estaba confundido, descolocado, ansioso... Pero sobre todo, más seguro de lo que sentía por ella.

Megan.

¿Qué ha sido eso?

Entré en casa y me apoyé en la puerta con la mano en el pecho. Mi corazón iba demasiado rápido y no había manera de frenarlo. Aron Disel, el Famoso Aron Disel que me rechazó hace tres años atrás, me había besado. El que decía que yo era como su hermana pequeña, me había besado, y yo estaba sintiendo un huracán dentro que no había manera de controlar.

Subí a mi habitación y cerré la puerta despacio intentando no hacer ruido. Mi madre y mi hermano dormían y no quería despertarles. Me solté la coleta alta y me hice un moño despeinado. Me quité la ropa y la dejé sobre la silla de mi habitación, me dí una ducha larga para despejar todo lo que pasaba por mi cabeza y después me puse el pijama.

Cuando me quedé más tranquila, me senté en la cama a mirar mi móvil. Quería enviarle un mensaje, tenía la necesidad de hablar con él y pedirle una explicación, pero era demasiado pronto para hablar y aun no estaba preparada para enfrentarlo. 

Me intenté convencer de que a lo mejor se le había ido la olla, o incluso que había hecho una apuesta, pero estábamos solos, nadie nos había visto, y  su beso fue tan increíble, intenso y cálido, que no sentía que fuera algo simple o solo un juego. Se había sentido tan bien besarle, es como si hubiera experimentado algo totalmente nuevo, y esta situación me empezaba a preocupar. 

Dejé el móvil de nuevo encima de la mesita de noche y bajé de la cama para fumarme un cigarro. No era capaz de coger el sueño porque mi cabeza estaba activa y así no había manera. Me asomé al ventanal  y la brisa de la madrugada pegó de lleno contra mi cara. Cerré los ojos y respiré profundo, analizándolo todo. Encendí el cigarro y mi vista se fijó en los tejados de las casas de alrededor, mientras mi mente seguía perdida en el beso que hacía unas horas me había dado el que fue el gran amor de mi vida. Esa boca, su manera de mover la lengua, sus manos viajando por mi cuerpo y su olor, su jodido olor que me había vuelto completamente loca. 

VAS A QUEDARTE. Terminada (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora