Zombie. Así estaba el domingo por la mañana. Tenía que levantarme para ir a trabajar y a pesar de haber dormido lo suficiente, no me veía capaz de estar al cien por cien después de todo lo que me había pasado el día anterior.
Nat estaba acostada en un colchón en el suelo, junto a Logan. Dormían placidamente y no quería despertarles, así que agarré mi ropa y salí para vestirme en el baño.
No solía trabajar los fin de semanas, pero como iba al cumpleaños de mi mejor amiga, tenía que cubrir a mi compañero hoy para que él me cubriera el viernes. Íbamos a pasar todo el finde en unos apartamentos en la playa. Mi idea era compartir habitación con Aron y pasar unos buenos días con él y mis amigos, pero todo estaba mal entre nosotros, así que me dedicaría a nos pensar en nada y relajar mi mente.
Salí de mi habitación con cuidado y me dirigí al baño, pero cuando fui a abrir la puerta, estaba totalmente cerrada y se oía la ducha del otro lado. Suspiré pesadamente y miré mi reloj. Aun había tiempo así que no tenía de que preocuparme.
Apoyé mi espalda en la puerta y me puse a caturrear en voz baja con los ojos cerrados, mientras esperaba. Pasados unos minutos continuaba a mi bola, mirando mi móvil, cuando la puerta se abrió, haciendo que casi me cayera de espaldas, pero unos fuertes brazos impidieron que eso pasara. Podía reconocer esas manos incluso con los ojos cerrados, porque se habían encargado de acariciar mi cuerpo muchas veces. Me di la vuelta lentamente, y efectivamente se trataba de la persona que estaba pensando. Bruno, con solo una toalla enrollada en su cintura, estaba ahí, usando mi baño, parado frente a mí, mirándome de arriba abajo. Me quedé unos minutos asimilando que lo tenía en frente y admirando su torso desnudo y mojado, hasta que pasó una mano frente a mis ojos para que reaccionara.
-Tierra llamando a Megan
-¿Qué haces aquí? –pregunté sorprendida-
-Llegué esta madrugada. Ayer se me olvidó comentarte que tenía un billete de avión para venir a verte. No podía desaprovecharlo.
-¿Quién te abrió?
-Tus padres sabían que venía.
-Bruno yo...
-Megan –interrumpió- Aproveché el viaje para venir a ver a tu padre, simplemente, así que tranquila.
-agaché la cabeza- Deberías oírme, quiero darte una explicación.
-No quiero oírte –me miró fijamente y tragó saliva- Solo te diré algo...
Se acercó unos pasos hacia mí y puso su mano en mi mejilla.
-Te hará daño, mucho y te vas a arrepentir toda la vida de esto. La gente no cambia, Megan, y el idiota de Aron, menos.
-No lo conoces.
-¿Y tu lo conoces? –remojó sus labios- No es difícil saber como es Aron.
Estaba a dispuesta a responderle, pero la puerta de la habitación de mi hermano se abrió.
Mi corazón ahora latía fuerte contra mi pecho y mis ojos no pudieron resistirse a encontrarse con los suyos, como si fueran dos imanes imposibles de despegar. Tragué saliva y aparté la mano de Bruno. Este miraba a Aron con una mezcla de odio y rabia, y a su vez Aron se mordía el labio fuerte y su miraba estaba puesta en mí, como si buscara algún tipo de explicación. Estaba increíblemente sexy con su pelo alborotado y sus ojos entrecerrados. Solo tenía puesto unos boxer color negro, y llevaba algo de ropa en la mano.
Justo en el momento en el que iba a cortar el incómodo momento, Bruno se me adelantó.
-Tranquilo, solo estábamos hablando.
Nos miramos una última vez y se fue a la planta alta de la casa.
Me quedé con la mirada fija en el suelo, hasta que vi por el rabillo del ojo que Aron se acercaba lentamente hacia mí. Sus dedos acariciaron mi mejilla y levanté la mirada para volver a encontrarme con esos ojos color café en los que me encantaba perderme.
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VAS A QUEDARTE. Terminada (Editando)
Novela Juvenil"Tuve miedo porque nunca pude reemplazarte, por eso supe que a nuestra historia le hacía falta una segunda parte" El tiempo fue el único que sanó el corazón de Megan, un corazón que tras el rechazo de Aron, quedó destrozado. La distancia marcó sus...
