Capitulo 28

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Souta sonrió levemente, a pesar de que sentía como era jalado de las manos, la emoción de las dos pequeñas niñas era envidiable, a decir verdad era que que el hecho de cuidarlas le provocaba agotamiento.

Cada una que quería ir a un lado distinto, el no poder hacerlo solo provocaba rabietas y berrinches.

En esos momentos Souta simplemente quería morir, no poder soportar la presión. Y por más que las responsables lo vieran en ese estado de ánimo solo lloraban aún más fuerte para conseguir su objetivo.

¿Los niños no tienen empatía?

Lo más probable que no ... y más si es la edad del "Yo" aunque, quizás por que son gemelas no es tan notorio eso.

—¿Que haré primero? — Aoi se encontraba mirando todos los puestos con energía y curiosidad.

Sora solo le seguía el paso, y el muchacho  por detrás mientras andaba de la mano con las gemelas, que por cierto eran más rareza como algunos se detenían al verlas.

Aunque había algo más que a Souta le había llamado la atención, el hecho de los adornos del festival, y la alucion que hacían hacia la luna o el espacio en general

A decir verdad, había una frase de otro idioma que se repetía una y otra vez en más de un lugar del santuario

"Ad astra per aspera"

No había que ser genio para saber que al menos la palabra astra hacia alucion al espacio.

La calle iluminada con faroles circulares como si fuera la luna, y unas guirnaldas de estrellas. A decir verdad si se veían bastante bonitos combianandolos con el ánimo de la gente, se veía de muy buen gusto.

Cuando Soura volvió a recobrar los sentidos, las chicas se habían detenido en un puesto con con unos peces decorandolo.

"Atrapa a un pez dorado, juego de destreza"  mejor llamado "Kingyo Sukui"

— Ten—  el amable caballero al ver como las niñas, Sora sonrió y a su vez le entregó unas cuantas monedas, para pagar por el juego.

Souta sonrió al ver a ese par feliz.  Y que las niñas le soltaron la mano para admirar a los peces.

— Pez.

—¿Tu también quieres jugar, chico? — El hombre se fijó, y sonrió mientras le ofrecía una de las herramientas. 

Souta negó con la cabeza y dijo que estaba bien así.

— Disculpe, señor ¿De que va el festival?

El hombre lo observo extrañado — Ahora que los veo ¿no son de aquí? .

El chico nego con la cabeza e ignoro el espectáculo de las chicas.

— Es una leyenda, un muchacho le pidió a una extraña Diosa del que se había enamorado, " como mi deseo se cumplió, haz que los demás que sueñen, también quizás así aprendan a amar al otro cuando lo pierdan", la diosa acepto y convirtió a la luna en la fuente de su corazón y que las estrellas sus sirvientes"

El señor del negocio, sonrió con melancolía, pareciera ser más la versión abreviada de la leyenda, este tomo aire y con dulzura continuó hablando.

—"El muchacho encantado, prometió no olvidarla, pero los deseos tienen un precio, aunque si de verdad la amaba, más que su mente, su corazón era quien acogería ese sentimiento"

La segunda parte de la leyenda pareciera más como la letra pequeña de un contrato, nada es gratis.

Es como la mala broma.

 Mi Pequeña Hermana Mayor Volumen 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora