Curando heridas (3° parte)

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Aun no he podido terminar por lo que ¡habrá cuarta parte! (Quizás quinta pero no quiero extender esto tanto). Si todo sale como lo tengo planeado la cuarta parte será el final de este arco. 

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Ren llevaba alrededor de un año viviendo con Camelia cuando pudo pararse sin ayuda, fue un total alivio poder caminar por su cuenta y resistir por un buen tiempo sin cansarse. En ocasiones incluso caminaba con ella por los alrededores de la cabaña para tomar aire y familiarizarse con la naturaleza, al fin y al cabo era un ancestral, necesitaba estar en contacto con el mundo exterior al menos un rato al día. Cuando había estado acostado sin poder ir a ningún lado ella le había abierto siempre una ventana, también solía ponerle una silla en el patio para que pasara las tardes, Ren no podría estar más agradecido con ella, se habría vuelto loco encerrado entre cuatro paredes por tanto tiempo.

A pesar de que para muchas cosas volvió a ser independiente aún necesitaba de los cuidados de su amiga. No se le escapó cómo ella regresaba cansada de tratar con los molestos humanos. Además, en medio de cada una de sus visitas a sus ahijados Camelia se aparecía en su cabaña para corroborar su estado, a veces se quedaban un rato charlando mientras que otras veces intercambiaban palabras rápidas para que ella se asegurara de su bienestar y volvía al trabajo.

Ella siempre aparecía cerca del mediodía y le preparaba la comida para luego irse. Ren decidió que era hora de devolverle el favor. Él estaba en las condiciones físicas y mentales lo suficientemente favorables como para cocinar, además Camelia había hecho mucho por él, lo menos que podía hacer era devolverle el favor. Él nunca había cocinado pero no podía ser tan difícil.

Estuvo un tiempo pensando qué podía hacer, sabía que a ella le encantaba la sopa de verduras. No veía qué le encontraba de rico pero decidió que por ella podría hacer el esfuerzo.

Puso agua en la olla y encendió el fuego sin utilizar magia. Fue al patio y sacó de la huerta cebolla, zapallo, zanahoria y todo lo verde que pudo encontrar. También revolvió la alacena y encontró algunos frascos con, lo que supuso eran, condimentos y quizás otras cosas. No sabía exactamente lo que eran la mayoría, quizás lentejas y porotos.

Cortó la cebolla a la mitad y la puso en el agua, después de todo mantendría el sabor si la enviaba en grandes trozos. La zanahoria siguió el mismo destino y la calabaza era pequeña por lo que la envió entera.

Ren no estaba seguro de qué había en los frascos pero había visto a Camelia utilizarlos para cocinar varias veces por lo que le hecho a la "sopa" una buena cantidad de cada uno. Tomó un cucharon y lo revolvió por un buen rato. Una pizca de preocupación creció en él al ver el color amorronado y el mal olor de la mezcla.

Decidió dejar la sopa por el momento y concentrarse en otra cosa. Pensó en preparar carne, además a ella también le gustaba.

Encontró un trozo considerable para ambos, lo puso en una bandeja y lo envió al horno.

Recordó que a ella le solía gustar el pan casero, no podía ser tan difícil de hacer. Hizo memoria de lo que el hada solía utilizar cada vez que lo cocinaba, no sabía qué ingredientes eran pero podía reconocer los embases o por lo menos eso pensó. Mezcló varias cosas, intentó agregarle un huevo pero el contenido del mismo se esparció por la mesada y cayó al suelo cuando intentó romperlo, así desperdicio media docena.

Una vez que lo metió al horno junto con la carne se preguntó seriamente si el pan llevaba huevo.

Estaba por empezar a limpiar cuando Camelia apareció en medio de la casa.

-¿Ren viste hoy donde deje mi-?- La chica dejó la oración por la mitad. Sus ojos recorrieron el pequeño espacio de la cocina, era un desastre de comida tirada, básicamente todos los frascos y demás ingredientes de la alacena estaban en la mesada... o el piso.

Todas las Hadas del Reino: Vida ancestral  (Serie de one-shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora