El día que nos conocimos (3° parte)

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Buen día a todos, aqui les traigo la tercera parte de "El día que nos conocimos", espero que la disfruten y antes de comenzar con la lectura les hago una pequeña aclaración. El link que se encuentra después de esta nota pertenece a una página en la cual encontré una fábula muy interesante que se menciona más adelante de este capítulo, en esta los protagonistas son Ren y Cedreric, la fábula no fue creada por mi simplemente la encontré y me gustó. Se hará una mención a este relato así que si quieren leerlo quizás para entender mejor la escena en la que se nombra dicha fábula, solo tienen que ingresar a ese link. Muchas gracias y disfruten la lectura.

https://www.mundoprimaria.com/fabulas-para-ninos/tigre-hambriento-zorro-astuto

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Ren frunció el ceño observando las cartas en el centro de la mesa.

-¿Complicado? Preguntó Cedreric.

-Ja, ya quisieras.

Estaban en una pequeña cafetería pasando la mañana, a su alrededor no había mucha gente pero todos los que estaban eran seres mágicos puesto que este lugar era específicamente para ellos.

La mesera, una chica pelinegra, se les acercó llevando chocolate caliente en dos tazas. –Más les vale que no estén apostando en mi restaurante. – Les dijo mientras colocaba ambas tazas en la mesa.

-Ninguna apuesta física.-Contestó Ren. Ella frunció el ceño sin terminar de comprender. –No hay dinero de por medio.

-Lo único que está sobre la mesa es la dignidad de Ren y está a punto de perderla.

-Dignidad tengo de sobra, si quieres te presto un poco, te hace falta.

-Solo procuren no hacer el ridículo aquí... de nuevo. –Pidió la mujer. –Les aseguro que este local tiene más dignidad que ustedes dos juntos así que no voy a dejar que lo arruinen.

-Como ordene madame.- Hablaron ambos amigos al unísono.

La mujer les dedicó una última mirada y se fue a seguir sirviendo al resto de los clientes. Alida era una ancestral, un pavo real para ser exactos, llevaba trabajando en aquel lugar más años de los que Ren podía contar, aun no entendía si ella no se cansaba del mismo trabajo después de tantos siglos o si simplemente le gustaba tanto el dinero que eso le impedía cerrar. –Que poca confianza nos tiene.- Opinó Cedreric.

-Ni que lo digas mi buen amigo. Oh ¿tienes lo que te pedí?

-Recién horneadas y listas para degustar.- El otro hombre hizo aparecer en su mano una canasta de picnic, Ren la tomó y observó su contenido, unas ricas galletas recién cocinadas, le daban ganas de comérselas en ese mismo momento. -Serafina me pide que te diga que no lo hizo gratis.

-Lo sé. Ya veré la forma de compensarla.

-De hecho ella ya la tiene. -Ren frunció el ceño disgustado.- Y no está dispuesta a negociar.

-¿Sabes lo que es?

-Seguramente tiene que ver con limpiar algo. Nuestros hijos ya son muy grandes pero aún con más de cien años siguen siendo el mismo desastre de siempre. Y cada oportunidad que ella pueda obtener para que alguien más limpie la casa, la va a tomar. Ah y casi se me olvida.- Cedreric dejó sus cartas boca abajo y le hizo una seña a Ren para que se acercara, este se inclinó sobre la mesa y su amigo observó a ambos lados como si le fuera a decir un secreto muy peligroso. –Escuche que tres personitas que tu y yo conocemos muy bien harán una súper broma en un pueblo no muy lejos de aquí. Ya sabes a quienes me refiero.

Todas las Hadas del Reino: Vida ancestral  (Serie de one-shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora