Rey y Reina (1° parte)

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La cuestión es que yo no considero que Simon ame a Asteria y viceversa, de ahí nació este fanfic. A mi parecer él solo estaba asombrado con ella y la idea de estar enamorado de la princesa, tampoco considero que Asteria lo ame, en mi opinión ella estaba emocionada de enamorarse de un plebeyo y cosas así, fue como la emoción de un primer noviazgo. Explico esto porque quizás algunos no estén de acuerdo con lo que planteo en este capítulo y lo que narro en él, pero así lo veo yo.

Y probablemente lean algunos párrafos o comentarios machistas a lo largo del capítulo y sus posteriores continuaciones, pero aclaro que lo plantee como pensamientos (erróneos) de la época. 

Por último habrá menciones de sexo en este arco, algunas escenas subidas de tono, insultos, y cosas por el estilo. Están advertidos.

Disfruten!!!

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Después de que su hija fuera raptada las peleas se volvieron algo normal entre Simón y Asteria. Durante el primer tiempo se deprimieron juntos, después comenzaron a echarse la culpa mutuamente.

-¿Cómo se te ocurrió cerrar un trato así?

-Ibas a morir. ¿Qué querías que hiciera?

-Podrías haber puesto otra cosa en juego no un hijo.

-Por si no lo sabías era un momento demasiado estresante como para ponerme a pensar.

-Pues deberías haberlo hecho. Mira cómo estamos ahora. No tenemos idea de dónde está nuestra hija, ni si la vamos a volver a ver o si la están tratando bien.

-Ella me dijo lo que quería después de salvarte.

-¿Cómo pudiste ser tan imbécil de no cerrar el trato antes? Eres un idiota ¡Todo esto es tu culpa!

-¡¿Mi culpa?! ¿Qué esperabas cuando te metiste al bosque? ¿Que el monstruo se deleitara con tu belleza y no te matara? Fue para salvarte a ti que cerré ese trato, ¡es tu culpa!

-Tu eres el que no pudo ser lo suficientemente hombre como para matar a esa criatura. - Simón apretó las manos en un puño. -Y esa es solo una cosa para lo que no eres suficiente hombre ¿Quieres que siga mencionando?

-Cállate Asteria.-Ordenó él, con los labios apretados y los nudillos blancos.

La reina levantó la pera y una sonrisa de superioridad floreció en su rostro, el insulto que pegaría en el orgullo masculino del rey estaba en la punta de su lengua. -No eres hombre para matar a una bestia, ni para proteger a tu familia y mucho menos-

-Cállate.

-¡Para complacer a tu mujer!- Simón arrojó al suelo la mesa de luz junto a su cama en un ataque de ira, pero la reina no tenía ni una pizca de miedo en ella. -¿Qué? ¿Quieres asustarme? ¿Me vas a pegar? No puedes, no puedes. No eres hombre para nada. Dime ¿cuántos orgasmos has sido capaz de darme? ¡Cero! ninguno. Y yo la feliz reina Asteria tengo que fingir frente a mis amigas que mi marido es todo un semental, no para proteger tu orgullo sino el mío, para que nadie sepa que soy la mujer menos complacida del mundo, para que no sepan que tengo un esposo que vale lo que dura en la cama, nada.

Simón se fue cerrando la puerta con ira.

Cuando fueron a la casa de dulce por Felicia, después de seis años, los días previos al encuentro su relación empezó a mejorar, las cosas las veían de otro color, se daban la mano, se besaban y hasta tuvieron sexo después de años desde la última vez. Sin embargo Felicia prefirió irse con su madrina, la eligió a ella antes que a sus padres, ese día algo se rompió dentro de su corazón y en la relación de la pareja.

Todas las Hadas del Reino: Vida ancestral  (Serie de one-shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora