Sorpresa

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Camelia estaba acostada en la cama con la cabeza a los pies de la misma. Leía un libro muy entretenida a pesar que conocía dicha historia de inicio a fin. La ancestral escuchó el suave ruido de la puerta de entrada abrirse y cerrarse, reconoció el familiar sonar de las botas de Ren contra el suelo, yendo al cuarto.

El zorro ancestral se detuvo en la puerta y se apoyó contra el marco de esta, con los brazos cruzados y la observó. Ella siguió leyendo sin prestarle atención, llegado un punto el aire que se había creado en la habitación era imposible de ignorar. Camelia conocía esa postura, él estaba planeando algo. -Si vas a pedirme matrimonio otra vez amor, la respuesta es te amo pero no.

Ren enarcó una ceja y negó con la cabeza, esperó paciente a que ella le dijera otra cosa, pero la chica ni se inmuto a su presencia o silencio continúo. Cansado de esperar caminó hacia la cama y se le acostó encima.

-Offf.-Dijo ella, apartando el libro. -Ren eres pesado. Apártate.- El mencionado no hizo caso y se mantuvo sobre ella con todo su peso.-¡Ren!- Camelia intentó empujarlo pero él le tomó las manos y se las sostuvo con las suyas a cada lado de la cabeza. -¡Ren ahora no!

Él no le respondió nada, en su lugar enterró su rostro en su cuello y comenzó a besarla.

-Mhmmm. No ahora.

-Desde mi punto de vista lo estas disfrutando.

-Más tarde. 

Ren no hizo caso y siguió. -¿Sabes qué estaba pensando?

-Mmm ¿en qué?- Preguntó ella poco interesada.

-En nosotros. 

Camelia enarcó una ceja. -Pasamos demasiado tiempo juntos como para que pienses en nosotros. 

-Tú lo dijiste. Demasiado tiempo juntos. ¿Cuántos son ya? ¿cincuenta años? Soy malo llevando la cuenta hasta de mi propia edad. ¿Me ayudas?

Camelia suspiró.-Sí, más o menos. Cincuenta años.

-¿Y sabes qué pensaba con respecto a eso?

-¿Qué?

-Que estamos muy solos.

-¿Solos?

-Aja.- El pelirrojo le volvió a besar el cuello y comenzó un recorrido descendente. -Pero ¿sabes cuál es la buena noticia? 

-¿Cuál?

-Que hay una solución.

-¿Y esa solución cuál sería?

Ren levantó la cabeza y la miró a los ojos. -¿Te imaginas… más voces en la casa? Como voces chillonas, agudas y pasos que van y vienen corriendo. Pequeñas colitas de zorro que desaparecen tras las puertas después de que se rompa algo.-Camelia entrecerró los ojos, siguiendo el rumbo de la conversación. -Somos pocos los zorros ancestrales.-Declaró él.

-Sí. Somos pocos.

-Hay que hacer algo al respecto ¿no crees?

-Sí…- Respondió, pensativa. -Que suerte que somos inmortales. Hay tiempo para que aparezcan más.

La pareja se miró a los ojos, nunca habían hablado de esto. Hijos sí, hijos no. Era la primera vez que se lo planteaban.

Ren asintió. -Hay tiempo. ¿Tu quieres?

-¿Esperar?

-Niños. ¿Quieres niños?

-¿Y tú?- Preguntó nerviosa.

-Yo pregunte primero.- Camelia se encogió de hombros sin responder. Ren esbozó una media sonrisa y asintió. -Si tu quieres, sí. ¿Quieres?

Camelia lo pudo ver en sus ojos, él lo anhelaba, Ren quería hijos. -Sí.-Dijo algo titubeante. -Claro, sí, sí. Solo no… ahora. Más adelante yo creo que sería mejor.

Todas las Hadas del Reino: Vida ancestral  (Serie de one-shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora