Maravilla

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Este capitulo se ubica en los pensamientos de Ren justo después de que Camelia fue atacada por Magnolia y esa escena que nunca leímos sobre cómo hizo él para llevarla a ella y Rosaura de vuelta a la cabaña de Camelia.

¡Disfruten!

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Camelia estaba tendida en el piso, desmayada, lo peor de todo es que Ren llegó a verla justo antes de que su cuerpo tocara el suelo, no había manera de que llegara a atraparla.

Rápidamente se dirigió a su lado y se agachó junto a ella, la tomó en sus brazos y contempló su hermoso rostro dormido, estaba pálida tanto por su trabajo como hada madrina como por la reciente lucha con Magnolia.

Rosaura llegó a su lado en un instante, después de todo lo que había visto la niña no quería separarse de él.

-¿Va a estar bien?- Preguntó con su voz dulce y preocupada por su madrina. Ren la miró con una pequeña sonrisa y asintió, aunque el ancestral sabía que Camelia tenía que dejar ese trabajo para estar realmente bien.

-Súbete a mi espalda.- Le pidió a la niña, ella obedeció y rápidamente sus manos estuvieron alrededor de su cuello, Ren tomó a Camelia y la levantó estilo nupcial, de hecho el hada no pesaba nada, quizás también tenía que comer mejor.

Con su magia Ren viajo a gran velocidad con las dos hasta la cabaña de Camelia, una vez adentro observó el lugar que aun era un desastre, con agua en el suelo, los libros tirados y mojándose, los muebles rotos. Pese a que era un fiel seguidor de arreglar las cosas a la manera tradicional por esta vez utilizó su magia y pronto el lugar estuvo impecable otra vez.

El ancestral se puso de cuclillas en el suelo y Rosaura pudo bajar.

-Oye ¿por qué no vas a fijarte si el cantero que delimita el jardín está cerrado?

La niña asintió entusiasta de ayudar y en cuanto salió de la casa Ren se sintió mal por inventarle una tarea para que se fuera por un ratito, después de todo ella era tan detallista con su trabajo que seguro revisaría todo el patio.

Con delicadeza dejó a Camelia en su cama, asegurándose de que las almohadas estuvieran bien mullidas y cómodas para ella, también la tapó para protegerla del frio nocturno. Una vez que terminó de acomodarla Ren suspiró cansado. Con una mano acarició el rostro de la chica y la miró con unos ojos que solo reservaba para ella. De hecho había tantas cosas que reservaba solo para ella, los apodos como "hadita mía", los regalos que tanto le costaban conseguir, la ternura al hablarle, la preocupación. Todas esas eran partes de Ren que solo eran para ella.

Ren amaba a Camelia y no temía aceptarlo, últimamente ese amor lo hacía sufrir horrores pero no por eso desearía no haberla conocido.

Con todos esos pensamientos en mente fue que no tartamudeo ni siquiera al pronunciar sus siguientes palabras.- Te amo tanto...

Justo después ella abrió los ojos, él se sorprendió brevemente pero no era de quienes temieran expresar sus sentimientos, quizás ya era el momento de que ella lo supiera realmente.

-Ren... -Susurró ella acariciándole la mejilla con su dedo índice.

-Si...

Él estaba a tan escasos centímetros de ella que no provocó esfuerzo para la débil Camelia terminar la distancia entre ellos y besarlo muy tiernamente en los labios, fue un beso inocente pero lleno de significado, pese a la sorpresa él no se alejó porque como estaban las cosas sentía que esa era la última vez que sentiría el embriagador roce de los labios de la chica que tanto amaba contra los suyos. Así que se permitió disfrutarlo hasta que Camelia volvió a caer en la inconsciencia separándose de él.

Exaló fuertemente cuando ella terminó, su beso encendió una llama potente de esperanza dentro suyo, quizás la nublada mente de Camelia manifestó el deseo más profundo de su corazón, uno tan profundo que ni ella conocía aún, o quizás solo pensó que besaba a Simón, aunque no mencionó su nombre sino el del zorro. Ren suspiró, solo el tiempo diría los verdaderos sentimientos de Cam, al fin y al cabo nadie puede escapar de sus emociones para siempre, tarde o temprano tendría que enfrentarlas.

Rosaura había ido corriendo a verificar que la pequeña cerca estuviera cerrada y como le gustaba hacer bien un trabajo se fijo que toda la reja estuviera en condiciones, que no hubiera roturas u otra cosa. En cuanto verifico que todo estaba bien regresó y se quedó paralizada contra la puerta, en frente de ella estaba su madrina tendida sobre su cama y Ren la miraba de una forma que ella jamás había visto en él. El ancestral acariciaba el rostro del hada con ternura, Rosaura contuvo la respiración cuando los vio besarse, a partir de ese momento para ella no hubo dudas de lo mucho que Ren amaba a Camelia.

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Años después de aquella noche una ya adulta Rosaura estaba en el porche de su casa disfrutando de la brisa nocturna, adentro sus hijos correteaban y jugaban entre sí. Solía tomarse momentos para si misma, para perderse en pensamientos lejanos, siempre solían ser los mismos, recuerdos de aquella noche en que descubrió el que probablemente era el secreto más preciado del zorro ancestral. Ese recuerdo se fusionaba con la última vez que hablo con él y su duda de si su antigua hada madrina seguía con vida, cada vez que evocaba al ancestral arrodillado junto a la cama del hada, ella se convencía de que sí, Camelia estaba viva. Claro que siempre quedaba una pequeña duda.

Esta noche parecía ser como todas las otras que se dedicaba a pensar en el mismo lugar de la casa, no habría tenido nada de especial si no fuera porque sabía que estaba siendo espiada.

-¿Te quedaras ahí o ya vas a dar la cara?- Preguntó, inmediatamente después una risa muy familiar y que no escuchaba hace mucho resonó en la noche. Un zorro salió de entre la maleza y subió al porche con ella, este zorro de repente tomó forma humana y se ubicó a su lado.

-Veo que te entrene bien.

–Pensé que no nos volveríamos a ver.

-Yo nunca dije eso.

-Yo nunca dije que tu lo dijeras, solo que pensé que no te vería otra vez.

-Pues ya ves que te equivocaste.

-Era poco probable.

-Pero no imposible.

-¿Cómo has estado?

-De maravilla. – Respondió con demasiada alegría.

-Ya veo...- Ren se giró a verla y detecto un brillo de entendimiento en sus ojos. –Disfruta de tu maravilla entonces.

-Eso hago...- Ambos se sumieron en un cómodo silencio hasta que el zorro murmuro. -¿Cómo te diste cuenta?

Por una parte estaba aliviado de que Rosaura supiera que Camelia estaba bien, después de todo ella se merecía saberlo, pero por otro lado le aterraba que si alguien sospechara que Camelia podía seguir con vida, se dirigiera a interrogar a la chica, cosa que era poco probable por donde se mirase, ya que no había muchas maneras de que alguien supiera que Camelia estaba con vida y menos que Rosaura podría tener esa información, pero aun así si se llegaba a descubrir podrían quizás torturar a la muchacha para que lo revelase y Ren no quería ni que ella lo revelase ni que sufriera.

Después de un corto intervalo de silencio tras su pregunta la mujer respondió. –Jamás habrías vuelto de no ser así.

Ren asintió pensativo y rió. –Wow, realmente te entrene bien. Por favor guarda bien el secreto.

-¿Qué secreto? Tú no me has dicho nada. Solo sé que tu vida va de maravilla.

Ren sonrío y Rosaura le devolvió la sonrisa.

El ruido de un objeto rompiéndose contra el suelo llamó la atención de los dos. Rosaura se llevó una mano a la frente y se pregunto que rompieron sus hijos.

-Mejor te dejo. Ya debo irme.

-Un placer volver a verte.

Ren hizo una reverencia. –El placer es todo mío madame.- El ancestral le guiño un ojo. –Suerte con la vida de madre.

-La misma suerte te deseo para el futuro. ¿Volveremos a vernos?

Ren sonrió y se encogió de hombros, pero le guiño un ojo antes de tomar su forma animal y dirigirse a su bosque devuelta con Camelia, la maravilla que más feliz le había hecho la vida.

Todas las Hadas del Reino: Vida ancestral  (Serie de one-shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora