Corte de cabello

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Camelia observó a Ren con detenimiento. Hacían treinta y ocho grados de calor y ellos estaban en una aldea de enanos, metidos en el lugar del pueblo que más calor concentraba, la forja.

A Camelia le estaba cansando el comportamiento competitivo de Ren que estallaba ante cualquier y mínima provocación, pues después de una pequeña charla con Dwalin, que no podría haber durado más de cinco minutos, ella y él se encontraron en la forja mientras el zorro terminaba el trabajo del herrero que decidió tomarse un descanso.

Ella había pasado de la ira al aburrimiento en cuestión de minutos, no hacia más que observar al ancestral con el ceño fruncido trabajar minuciosamente en cada detalle de una espada.

-Ren...

-Esta es la última Cam.

La chica suspiró y se echo hacia atrás, apoyándose sobre la pared, estaba sentada en un pequeño banco de madera, a ese pequeño banco que tenia espacio para una sola posición ella le había encontrado múltiples formas de sentarse, ya que se había acomodado y reacomodado miles de veces.

El calor del mediodía aumentaba y cada vez más sudor resbalaba por su rostro y cuello, haciendo que la tela del vestido se pegara a su piel.

-Me prometiste ir al lago.

-Eso hacemos.

-No hacemos eso.

-Sí lo hacemos, porque tengo que terminar aquí si o si para poder ir.

-No es cierto...

-Sí es cierto.

-Estamos aquí porque tú eres un idiota. No había necesidad Ren, ahora mismo podríamos estar pasando un hermoso día en el lago.

Ren suspiró y no dijo nada. Camelia volvió a echarse hacia atrás apoyándose contra la pared.

-Tienes el pelo terriblemente largo.- Observó ella.

-Mientras más calladita te quedes más rápido hare esto.

-Necesitas un corte.

Él no respondió y Camelia decidió permanecer callada en lo que él terminaba. Una vez que Ren acabó suspiró aliviado y se secó el sudor con un trapo.

-Bien, ya podemos irnos.

-Acércate un ratito. - Pidió ella.

Él le hiso caso y se arrodillo frente a ella.

La chica paso sus manos por las hebras de cabello pelirrojas que se enredaban entre sus dedos, en tanto Ren se limitó a disfrutar las caricias ya que cosas así se habían vuelto algo habitual en ellos, a pesar de que no tuvieran un nombre especifico para su tipo de relación. Había caricias, abrazos y chistes, inclusive más de una vez habían dormido abrazados en su forma humana, pero cero besos, el cariño existía y era palpable pero ninguno se animaba lo suficiente para dar otro paso.

-Date la vuelta. –Pidió ella. Ren obedeció, camelia lo abrazo por detrás y sus manos siguieron recorriendo su cabello. Ella tomó un pequeño cuchillo que tenía cerca, Ren la vio por su visión periférica y pegó un salto antes de que el filo le tocara un solo pelo.

-¡Ren!

-Estas loca.

-Vamos, acércate.

-No. Yo voy a ir a algún lugar a que me lo corten pero no voy a dejar que tú te acerques.

-Vamos, cortar el pelo no es ninguna ciencia. Yo me lo corto sola.

-Y te felicito por eso, pero yo prefiero la seguridad de un profesional.

-Anda Ren, acércate, cualquier cosa que salga mal no es tan grave, el pelo crece en cuestión de semanas.

-Sí pero quien pasa la vergüenza al salir de aquí no eres tú, soy yo.

-Al salir de aquí si te queda mal será más que obvio quien te corto el cabello.

-Exactamente y como ninguno de los dos quiere pasar por esa humillación es que no harás nada, porque créeme que los enanos pueden ser muy crueles con sus comentarios.

-Si yo supiera que esto fuera a terminar mal no te insistiría tanto. Por favor, confía en mí.

Y ahí lo dijo, confianza, parte vital de una relación y algo en lo que ambos estaban trabajando mucho. Ren se lo había dicho a ella en su primer día como ancestral, le demostraría que podía confiar en él, ese era un trabajo arduo, largo y arriesgado, más que hacer una espada, porque si quería volver a ganarse la confianza de Camelia primero tenía que mostrarle que él confiaba ciegamente en ella y eso se demostraba con cosas tan tontas como un corte de cabello.

-Está bien.-Aceptó, a Camelia le brillaron los ojos y Ren juró que independientemente del resultado de esto, la dejaría hacerlo todas las veces si eso significaba volver a verla así.

El ancestral volvió a acercarse y se arrodillo en el suelo de espaldas a ella, Camelia tomó el cuchillo otra vez y volvió a peinarle el pelo con los dedos. Ren cerró los ojos y se mordió fuertemente el labio cuando escuchó el ruido del cuchillo al cortar el primer mechón, así como ese sintió varios otros caer al suelo. El tiempo paso rápido hasta que un beso en su mejilla lo sacó del transe.

-Ya esta, ella le alcanzó una placa de metal reluciente que le sirvió de espejo.

-Ey, lo hiciste realmente bien.- Alagó pasándose las manos por el pelo. -Estoy impresionado.

Ella volvió a besarlo en la mejilla. –Lo ves, te lo dije.

-Felicidades señorita, se ha conseguido un trabajo. ¿Cuál quiere que sea la paga? Tengo unas sugerencias si me lo permite.

Ren se dio la vuelta e intento besarla en los labios pero ella lo esquivo y lo beso a un costado de la boca.

-Oh que cruel, es de mala educación rechazar un regalo de esa índole.

-Con ir al lago ya mismo tengo recompensa suficiente.

Ren le dio un beso en la nariz. –Lo que tu digas, admito que ambos pasamos unas horas de mierda aquí. No volverá a suceder.

-No me prometas cosas que no cumplirás.


Todas las Hadas del Reino: Vida ancestral  (Serie de one-shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora