Para alegrarte el día

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Ha pasado menos de una semana desde que publique un capí, tenía planeado otro capítulo, una continuación de "verdad". Ya que el último cap es romántico y trata de Ren y Camelia supuse que podría publicar la otra parte de verdad pero hoy estoy de muy buen humor porque es ¡mi cumpleaños! Así que decidí hacerles un regalito y publicar algo feliz, romántico y largo.

Disculpa los posibles errores de ortografía, eventualmente los voy a corregir.

¡Espero que disfruten la lectura!

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Camelia suspiró con la vista clavada en un punto perdido de la pared. Estaba sentada en una silla, sostenía su cabeza con una mano bajo su barbilla y el codo contra la mesa. No sé suponía que estuviera en cualquier lugar de la pequeña casa que no fuera el sillón o la cama pero ya estaba cansada de la superficies acolchadas.

La muchacha giró bruscamente el rostro al escuchar un ruido en la entrada, antes de que pudiera reaccionar y dirigirse al sillón, Ren ya estaba dentro. El pelirrojo estaba mojado y llevaba en la mano unas bolsas, se sacudió el agua del cabello y al levantar la vista le frunció el ceño a Camelia.

-No se supone que debas estar en la silla.

La chica solo se encogió de hombros sin tener nada para responder, él tenía algo de razón después de todo, solo algo...

Ren se acercó a ella y dejó las bolsas sobre la mesa, se sentó en una silla junto a Camelia y le tomó el brazo que no usaba como apoyo para su cabeza. El ancestral le examinó el antebrazo con ojo clínico, ella tenía una venda envolviéndolo, Ren la quitó y observó la piel inflamada bajo esta.

-Bien, al menos no ha vuelto a sangrar.- Camelia tenía un tajo en línea vertical, de unos cinco centímetros, desde la flexura del codo con dirección a la muñeca. Se había caído por una pendiente algo inclinada, no fue una caída larga pero se enganchó el antebrazo con la espina sumamente larga de una planta venenosa. Ren aún estaba muy preocupado, en su momento le había sangrado demasiado y al pelirrojo le costó mucho parar la hemorragia, debió cortar un pedazo de tela de su camisa y hacerle un nudo muy fuerte. La llevó lo más rápido que pudo a la sanadora más cercana que conocía y en el bosque ancestral ciertamente no había muchas.

La mujer le había dado una mezcla de remedios naturales y mágicos para combatir el veneno y le cosió la herida.

Ren tomó de una de las bolsas en la mesa un frasco de crema y se lo pasó suavemente por la piel herida, Camelia apretó los labios, corrió el rostro y arrugó la nariz porque para empezar esa cosa tenía un olor demasiado fuerte para su sensible sentido del olfato y además porque estaba fría y era algo viscosa, no le agradaba el sentimiento contra su piel inflamada.

Cuando el ancestral terminó se quitó de los dedos los restos de crema con un trapo húmedo, le tomó suavemente la mano a Camelia y le besó los nudillos.

-Bien... vamos.- Se puso de pie y la tomó estilo nupcial.

-Puedo caminar sola.-Se quejó ella apoyando su cabeza contra el hombro de él.

-No, no puedes.- Ren la dejó en la pequeña cama de una plaza ubicada contra una pared en el monoambiente que era su pequeña casita y le acomodó la multitud de almohadones a su espalda para que estuviera sentada y cómoda.

Camelia no dijo nada sabiendo que tenía razón.

Ren se sentó en la cama junto a ella y le tomó la temperatura. La chica supo el veredicto en cuanto lo vio apretar los labios. -Tienes algo de fiebre. Te prepararé un té con las hierbas medicinales que traje y si eso no funciona te darás un baño de agua fría.- Camelia frunció el ceño disgustada ante la idea. Ren le volvió a besar los nudillos. -No vamos a arriesgarnos, no quiero que te aumente la temperatura durante la noche.- Ella asintió sin protestar, bien sabía que el pelirrojo había pasado unas noches difíciles en vela intentando bajarle la fiebre.

Todas las Hadas del Reino: Vida ancestral  (Serie de one-shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora