Todas las Hadas del Reino: Vida ancestral (Serie de one-shots)

Curando heridas (1° parte)

Este capítulo está basado en la vez que Ren se enfrentó al lobo ancestral y llegó a la casa de Camelia muy herido. Como estaba tardando tanto en completarlo decidí dividirlo, creo que serán dos partes. ¡Disfruten!

.

Camelia suspiro y se froto el cuello con la mano, le dolía mucho, estaba muy cansada y tenía hambre pero su cuerpo solo quería tirarse en la cama y dormir por ochenta años. Sin embargo tenía que cambiarse de ropa, su cabello goteaba agua al igual que su vestido, tenia frio y afuera llovía a cantaros.

Se quito los zapatos y consideró ponerse las zapatillas de andar en casa pero deshecho esa idea rápidamente, sus pies dolían y lo único que quería era estirar los dedos, estar descalza y sentir el suelo de alfombra de su pequeña casa.

Vivía en un pequeño prado muy bonito y cerca de un pequeño pueblo de elfos, pero estaba considerando seriamente mudarse, tal vez a una montaña no muy alta, el bosque o quizá se fuera a las nubes como Orquídea.

Siempre había preferido lo simple, por lo que las nubes nunca fue una opción atrayente para ella, había pasado por dos cabañas a lo largo de sus años como hada madrina (la actual incluida) y todas habían sido muy parecidas, la más grande hasta ahora era esta: de unos ocho metros cuadrados, la cama estaba pegada a la pared y era de una plaza, en frente de esta había una chimenea con un sillón individual, uno doble y su sillita mecedora, entre estos estaba una mesita ratona que aun tenía una tacita de té y un libro encima, a un lado de su pequeña sala de estar había una pequeña cocinita con un caldero, una mesada y bajo esta una alacena, después una mesa rectangular con suficientes sillas para sus compañeras cuando se reunían, y por supuesto junto a su cama estaba su biblioteca con su variada extensión de libros.

Un trueno ensordecedor la sacó de sus pensamientos, la lluvia afuera era terrible y no daba indicios de detenerse en lo pronto.

Camelia agregó leña al fuego de la chimenea y con su magia puso a hervir agua en el caldero de su cocina para prepararse una sopa. Se quitó el vestido verde y tomó una toalla para secarse el cuerpo y el cabello, un golpe sordo se escucho contra la puerta tan fuerte que la hizo sacudirse casi rompiéndola, Camelia dio un gritito y se cubrió con la toalla a duras penas pensando que la puerta se abrió. Su corazón se acelero y estuvo al menos quince segundos en la misma posición con los ojos abiertos y la respiración pesada. Cuando salió del shock inicial tomó una profunda respiración y con su magia se puso un vestido celeste, aunque ni siquiera pensó en el color de este, su total atención estaba en la puerta.

Se acercó con cautela y preparó su magia para atacar por las dudas, intentó tranquilizarse pensando que estaba muy cerca de una aldea de elfos, estos no eran agresivos pero si guerreros letales a los que no les gustaba tener el peligro cerca, por lo que no permitirían que nadie con malas intenciones cruzará sus fronteras. Claro que podría ser alguien tan peligroso que pudo pasar las fronteras desapercibidamente.

Respiró hondo y abrió la puerta rápidamente lista para cualquier cosa, pero lo que vio la dejo sin habla. Frente a ella estaba Ren con su camisa blanca rasgada y manchada de rojo, apenas lograba mantenerse apoyado sobre el alfeizar de la puerta con un brazo. Ella lo vio hacer una pequeña sonrisa y sus ojos conectaron por el breve instante que duró su siguiente oración.

-Hola Cam.- el chico se desplomó, habría caído al suelo de no ser porque Camelia apenas llegó rodearlo con los brazos. Con mucho esfuerzo estaba logrando mantenerse de pie con el peso del ancestral sobre ella. No sabía de dónde obtuvo la fuerza pero logró llevarlos a ambos dentro y cerrar la puerta, el hombre en sus brazos tenía sangre por donde se lo viera y estaba totalmente inconsciente. Era un peso muerto sobre los pequeños brazos del hada.